Relatos demagógicos cuatro.
Este tío es un hereje y, venga, a la hoguera.
Era un método tradicional de eliminar librepensadores, o mejor: pensadores. Quien se atrevía a tener ideas propias o ni siquiera; quien se atrevía a no comulgar con la versión oficial de la historia, o menos todavía: a quien no le hacían gracia los chistes de los chistosos oficiales, si además unían a tal condición la de no importarle el relumbrón del dinero, tenían para ellos una palabra mágica que abocaba indefectible e inmisericordemente a su ruina. El así tachado de “hereje” tenía pocas salidas.
No sabemos cómo en tal tesitura se acabaron las brumas medievales y empezó de nuevo el aprecio por la cultura, pero se hizo. Lo que no quiere decir que haya terminado la herejía y su persecución, pues subsiste, aunque ahora se empleen, en su contra, métodos más sutiles y civilizados. De tales casos están llenas las cuartas plantas de muchos hospitales.