Nuestra posición en el mundo.
Los que mandan en el mundo. Hay una tendencia a pensar que las cosas son como son y no hay dios que las cambie. Craso error. Cuando esto ocurre hay alguien manejando los hilos, asustando con el propio miedo de la gente. Se trata de hacer palanca con las propias inseguridades, con el miedo al futuro de quienes se han lanzado a procrear sin demasiadas contemplaciones. Esto genera un clientelismo que obliga a la oposición a buscar otros, lo que genera una desnaturalización de la política- que es el objetivo final de quienes nos manejan como marionetas vivientes.
Sólo con la cultura se puede salir del impase, y ahí radica la dificultad, pues eso se sabe.
A menudo tales hilos no son manejados por los grupos de presión, lobbies ni grandes corporaciones, aunque, éstos, no duden en acudir en socorro cuando se presentan dificultades.
En definitiva, es el engrase del mundo en todos los microuniversos: cuando surge alguna pieza suelta que hace chirriar el engranaje se cambia. Aunque nos salvaguarda todo el óbice legal dispuesto, pues el sistema tiene una debilidad, que son las buenas palabras (lo que, por cierto, es una de las pocas cosas que en realidad tenemos), coincidiendo en ello los ricos, los pobres y los mediopensionistas- en lo de las bonitas palabra, me refiero.
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