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Sentarme, alzar el lapicero
desempolvar aquel cuaderno
donde se encuentran mis oscuros secretos
y encontrar aquel poema: “reto a dios”,
pero no soy yo, es mi corazón.
Recuerdo entonces que no escribí hace mucho,
desde las noches de aquellos juramentos
que decía amarme y que nunca me dejaría,
pero ahora ya se olvidó de aquellos momentos
y yo dejar de recordarla, debería.
De pronto en mi mente algo grita,
las voces extrañas de mi conciencia,
mi corazón, siento que se agita
por qué me doy cuenta que esas voces
gritan tu nombre con sentimientos enormes.
Es difícil describir lo que me pasa,
suelto el lapicero, cierro aquel cuaderno,
entro en el pánico mas profundo
y después de esa sensación… el sueño eterno,
mi cuerpo descansa y mi alma en silencio rotundo.
De pronto despierto y en un vacío me encuentro
veo las almas que salen del infierno
y las bandadas de palomas de pronto aparecen,
los cielos se abren y una legión de ángeles que caen
y mandan las almas a donde merecen.
Entre los ángeles te veo en todo tu esplendor,
eh perdido la noción del tiempo,
pero… siento que en algún lugar y en algún momento
te quise, y por ti en vida sentí amor
y ahora estoy perdido entre dios y el infierno.
Recordé entonces de aquellos con los que ande,
baje al infierno y allí mismo los encontré,
no fue demasiada tarea convencerlos
para luchar contra dios y sus ángeles
por nuevos mundos y nuevos cielos.
No tenía nada de que vengarme
solo quería volver a mirarte y amarte,
construir un mundo y a mi mundo llevarte,
te busque pero ya no te encontré,
con la ira en el alma al combate me lancé.
No había armas, no habían poderes,
no había caballos ni caballeros,
aquel lugar para todos se dio abasto,
levante los ojos y del cielo un rayo caía
el arma mas letal, que dios podía mandar.
Pensé entonces eh hice emerger del suelo
lenguas enormes de abrasador fuego,
aquel ataque era el más certero
que ningún inmortal blanco batió alas,
fue una victoria sobre aquel dios.
Una voz… la misma voz extraña
me recordó tu nombre una vez mas
y quise encontrarte y volverte amar,
te busque y muerta te halle
y la voz dijo: ¡eh allí a la que amabas!
Llore amargamente y rasgue mi corazón
suplique a dios que vida te diera
y le jure que al abismo me marcharía
porque si no vivías ya nada tenía razón
cogí tu cuerpo, dios soplo en el y viviste.
Tus ojos brillaron, tu sonrisa dulce,
grite por tu nombre y todos me oyeron,
dije amor y hasta las almas mas fieras lloraron
dije me voy y todo se fueron…
y así aquel lugar épico abandonamos.
Pedí entonces un cuaderno y un lapicero,
escribí así uno de mis mejores versos,
y lo deje caer para que se encara el tiempo
y un día tantos bajes y puedas leer,
ahora condenado no sé si lo hiciste.
Me encamine a las profundidades terrestres,
la voces de mi conciencia ya no gritaban,
pero lo mas amargo es que mis ojos lloraban,
ojala un día cuando despierte puedas entonces
secar las lágrimas y amarte hasta la muerte.

Texto agregado el 14-05-2015, y leído por 168 visitantes. (1 voto)


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