Hoy es viernes santo y
las horas pasan, procesión que enluta
con ritmo melancólico y ausente
polvoso discurrir en santa ruta
de un abril terregoso y penitente.

El llanto empaña la visión terrena
de esta ciudad ascética y virtuosa
en donde el suceder de almas en pena
diluye tu silueta
erótica y sensual, fresca y hermosa.

Las horas pasan cual pesados fardos
lentas, agobiadoras, abstinentes
pero tus senos cual fragantes nardos
entre sueños me invitan
a recorrer caminos diferentes.

Y, mientras tanto
en beatífico encierro me consumo
añorando tus formas terrenales
porque mi pensamiento como el humo
corriendo tras de ti
olvida duelos y atempera males.

El sol en el cenit
tú en mi conciencia
Jesucristo en la cruz… ¡Cómo si nada!
Horas que son de ayuno y penitencia
y vuelven infinita la jornada.

Mañana, mañana de seguro es otro día
y, entonces, con la euforia
de sentirte otra vez, nada más mía
me perderé contigo
en un bendito Sábado de Gloria.