El hombre es escritor. Hace unos años su esposa murió por una bala perdida en el asalto a un banco cercano. Desde entonces vive solo, casi no sale, compra cigarrillos en la tabaquería de la esquina. Un día llega tarde a comprar. El dueño de la tabaquería tiene una cámara sobre el mesón. Le pregunta si es suya. Sí, contesta. Nunca pensé que sacaras fotos, le dice. Bueno, le responde el dueño, todos tenemos nuestros secretos. Invita entonces al escritor a su casa y allí le muestra su proyecto: una foto diaria de la misma esquina, a la misma hora, durante años. Son miles. Están fechadas. El escritor las mira. Parecen iguales. Se lo dice: parecen iguales. Sí, confirma el dueño, parecen, pero cada una es distinta. Es distinta la luz. El clima. La gente que pasa. Debes mirarlas despacio para entender. El escritor sonríe. De pronto, se detiene en una de ellas. Mira la fecha. No lo puede creer. Es ella, dice. En esa esquina en donde el dueño de la tabaquería ha sacado durante años la misma foto todos los días y a la misma hora, va pasando su esposa, sola, el día de su muerte.