Ordenando

Me levanté temprano para hacer uno de los trabajos que mas me molestan y aburren como es el de poner en orden mis cosas.

Mi propia personalidad me llevó siempre a acumular, una costumbre poco aconsejable cuando uno sigue cumpliendo años y dispone de poco espacio. Mi nula practicidad para estos quehaceres me hace siempre llegar al límite en que solo queda tirar todo lo máximo posible.

No es lo mismo hacer orden que ser ordenado.

El ordenado nunca va a tener problemas porque siempre lo hizo, en cambio cuando intento hacer orden quiero arreglar todo de un solo saque, sin distinguir lo útil del resto, lo importante de lo necesario. Ni bien termino mi faena comienzo a desordenar.

En ocasión de recorren las calles de mi ciudad, me quejaba de lo sucia y desprolija que se hallaba. ¡Hace falta limpieza! Sentenciaba. Se me acercó un vagabundo y con la sencillez de ver pasar la vida observando la realidad me dijo:

-Ud. se equivoca, no hay que limpiarla, simplemente hay que dejarla de ensuciar.

Correr atrás del problema o evitarlo. Tan claro, tan sencillo y tan poco probable de entender para un desordenado como yo.

Me disperso un momento de mi primigenio propósito y me caliento una taza de café.

Tendría que empezar por la alacena, pensaba mientras endulzaba mi desayuno.

Sobre la mesada quedaba la taza vacía, la azucarera y la cuchara.

OTREBLA