Calzaba sus zapatillas con la incredulidad,
en el borde del rio del sabor movía el polvo,
con amnesia, evocaba los vacío geométricos,
desayunaba un amargo equinoccio ecuatorial,
y vacío de aforismos y comunes despedidas,
se trababa un apotema justo sobre su cabeza.
Así, disfrazado de Adonis para nada original,
encaraba la vida acompañándose solo consigo.
Mil palabras corajudas lo dejaban transitar
mini parábolas nubladas por vagas brujerías.
Un mandamiento lo condenaba siempre a errar,
bicho raro, de extraño caminar, quiso ser brujo,
primera entrada de una cena de otros mañanas,
y sin mala intención, a décimas del bajo cero,
jugando a dos puntas con su figura en azul,
termino siendo un expulsado de la aceptación,
por hacerse fuerte en su modesta discreción. |