Inicio / Cuenteros Locales / gcarvajal / EL LADO OSCURO DEL AMOR - Capitulo XIV
Transcurrió algún tiempo en el que Daniel trató infructuosamente de encontrar a Horacio, visitando una y otra vez los sitios en que creía que podía hacerlo, hasta que un día en casa de Norma escuchó una conversación en la que ella le confiaba a una amiga que Horacio se encontraba en Gabón, ya que ella fue la única persona que supo el destino final de esa búsqueda que inició Horacio.
Daniel recordó que años atrás, Horacio le había contado una historia en la cual una compañera de la universidad le había propuesto que se fueran juntos para el África, propuesta que él había rechazado en esa época, pero que a lo mejor durante el tiempo que dejaron de verse había cambiado de opinión, ignorando que en realidad Horacio había emprendido ese viaje hacia poco tiempo, después de que se enteró de su muerte.
Transcurrieron varios meses durante los cuales Daniel trató de encontrar a Horacio, buscándolo en un país que no conocía hasta que con la ayuda de su amigo Roberto inició el rastreo de las familias Gamba de la región, pero siempre con la incertidumbre de cuánto tiempo le quedaría para encontrar a Horacio antes de reencarnarse en otra persona.
En corto tiempo localizaron el área en que vivían las familias Gamba, que no eran muchas ya que no era un apellido común y las recorrieron todas pero en ninguna encontraron a Horacio. Como Daniel no había conocido a la amiga de Horacio, se le dificultaba identificar cuál de esas casas podía pertenecer a la familia buscada y lo único que podía hacer para encontrarlo era esperar a que Horacio apareciera en alguna de ellas.
Durante la interminable búsqueda que Daniel realizaba tratando de encontrar a su amigo Horacio, recordó que un día él había mencionado que el «Loco Gamba» y su hija eran negros de ojos verdes y con ese nuevo criterio repitió la visita a cada una de las casas de las familias que compartían el apellido con el polémico profesor.
Durante este proceso Daniel entendió que su larga investigación terminaría si Horacio, en donde quiera que se encontrara, mencionara en voz alta su deseo por saber algo a cerca de él, como si con solo mencionar su nombre le estuviera haciendo un llamado que él escucharía de inmediato y con la intención de responderle llegaría al sitio en que se encontrara Horacio, pero también sabía que eran muchas las cosas que en vida le había hecho al amigo y que este no tuviera un buen recuerdo de él y que no quisiera ni siquiera nombrarlo.
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Texto agregado el 04-05-2015, y leído por 180
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