Me zambullo en la lógica subversiva de aporrear palabras,
sumergido en el plato oval de la patria grande de las letras
nado, con demencia cíclica, sobre el interior de los puntos,
mientras respiro, calmo, el concepto de libertad de las comas.
Ensancho recorridos entre admirados signos interrogativos,
flotando, reposo en el benefactor salvavidas de los asteriscos.
Veinte minutos de constante y vertiginoso deletreo me oxigenan,
mientras tanto, pataleo silabas preparadas con deportivo vértigo.
En los andariveles de consonantes y vocales, braceo invariable,
tratando de acortar la distancia que va de la ignorancia al saber.
Nunca llego, pero, a veces, me sumerjo por breves temporadas
en los dulces labios de una ninfa sabelotodo (y no por deporte),
y excéntrico, de ese trampolín salto a los instintos de la gramática,
donde logro ver que más me falta para descoronarme de iletrado. |