Desde mi ventana, contemplo un jardín,
un álamo erguido que vi crecer
proyecta su colorido tesón, la brisa mece
sus hojas verdes, sus hojas rojas,
sus hojas secas que cubren el césped
brumas y aroma de tierra y rocío.
Cansancio del sol peregrino,
el dorado ramaje murmura el silencio
enreda tristeza y ensueño, lo miro
tan solo por verlo, no sé si canto,
no sé si lloro, tal vez sonrío,
en el horizonte de la nostalgia.
Mi alma acoge el silencio
en abismos y praderas, en adobes de barro
lumbre y reposo en la esperanza,
tierras de olvido en donde busco
el otoño de mis raíces en lejana estrella
en donde yace mi danza,
en donde se eleva mi canción.
Frondosa arboleda en roja actitud de fuego
ensueño de vidas nuevas en el amanecer
atardecer de oro en poemas de otoño
hojas verdes hacia otro destino
hojas rojas, destello y resplandor
hojas secas, murmullo en oración,
armonía de un otoño peregrino
en la hora precisa del último atardecer. |