Estoy delante de este artilugio, cómo dicen los argentinos, que llamamos ordenador. La mañana es azul grisácea, invita al recogimiento, a estar en casa cerca de una ventana por donde entra el paisaje y los ruidos de lo que existe afuera, y que no es otra cosa que la vida continuada de cada persona y su forma de relacionarse con ella. ¡Con las relaciones he topado! Es un buen tema, a la misma vez difícil, abstracto pero interesante. Cómo no tengo nada preparado, lo que no es cierto, porque había pensado escribir sobre la huida, al final he cambiado el rumbo y dejo que la inspiración venga de la calle. Pura comodidad. Me ha aclarado el camino.

Esta mañana toca escribir, por la tarde Ernesto, cubano y médico cuidará mi piel dejándola más limpia que una patena. Son cosas de las revoluciones, uno huye y acaba aterrizando en no sé que sitio cuidando la piel de no se sabe quien. En estos momentos ese quien soy yo, la que escribe. Mañana he quedado con Mary, mi profesora de inglés, para presentar unos pinchos en un bar alternativo, El Rastrel cuya filosofía es promover la autogestión y la comida vegana, así que cocinaremos "Arroz salvaje" una receta asiática. Ellos la presentarán a sus clientes, y un jurado la valorará. No me importa cómo la puntúen, el meollo de esto es disfrutar haciéndolo. Aquí no terminan los deberes: Tengo que hacer una compra, bastante grande, porque la casa se llenará de hijos y nietas en las próximas fiestas, para acabar en Madrid el domingo, donde me reuniré con una de mis nietas, que viene a pasar unos días con las primas, los tíos y abuela Nany en Salamanca.

Nos quedamos en Madrid unos días, disfrutando de la ciudad, mientras esperamos la llegada de mi nieta mayor. Estoy deseando abrazarla, que me cuente sus cosas, sus amores... Creo que está huyendo, cómo buena adolescente, de la vida que lleva. ¿Pensará que en esa huida está la solución? Al final me encuentro hablando de la huida, esa acción que conlleva incertidumbre y que nos hace liberarnos, de momento, de aquello que nos atasca. Es un medio de dar la vuelta a nuestra vida, vaciándola de contenidos que no nos sirven, para llenarla quizás de miedos que nos hagan huir de nuevo, hasta que en algún instante algo o alguien nos detenga y cese esa huida. En ese momento llegará la luz que ilumina el camino hacia lo desconocido, hacia lo que estamos buscando. Llegado esto no habrá fuerza que nos detenga.

El viaje por la vida continúa...