Minino
Advertido estaba el minino.
No cruzar el umbral al patio,
pues él tenía su propio espacio,
dentro de la casa y todo el tejado.
Recibía atún a diario,
con intervalos de leche en pan mojado
¡Minino, minino!, era el canto que el oía,
de los labios de su niño amado.
Tan halagado el gatito se sentía,
que meloso se encorvaba.
Y de un ágil salto,
al oído del niño ronroneaba.
El minino soñaba comiendo pericotes,
que el olor lo sentía en sus bigotes,
con la llegada de dos lindos canes,
veloces fugaron los roedores.
Sin tarea que hacer en casa,
el minino se volvió lento, dormilón y perezoso,
poco le importó hacer amistad con los canes,
les peleaba y de lejos lograba retarles.
Era una tarde de primavera,
un nido abrigaba las alas torpes de una avecita.
El gato de lejos miraba, como la madre alzaba vuelo,
en busca de agua y comida.
Los canes dormían ante la silenciosa brisa,
el minino escondió sus uñas y afiló su colmillo,
se escurrió suave por la orilla del patio,
mientras su oído le alertaba de algún ladrido.
El felino trepó la pirca y subió al cerezo,
le pegó un gran susto al pajarillo,
que de un manotazo lo estrelló
cayéndolo como un ladrillo.
El minino tenía las patas listas,
como resorte cayo abrazando al pajarillo,
¡Pio, pio, pio! alertó a los canes, el minino soltó la presa,
y desesperado intentó saltar la pirca.
Bajo el cerezo hoy descansa el felino.
El gato se quedó sin polluelo
Y el niño sin su minino.
Krisna. |