Era una reunión pequeña, siempre los mismos, la copa se ponía al medio, caras ansiosas que mostraban inquietud. Todo transcurría en un cuarto angosto. Ninguno pasaba los quince años. Las chicas se encontraban temprano; y hablaban de sus romances Al anochecer llegábamos los galanes, en realidad los amigovios.
Allí recalábamos después de haber recorrido todos los barrios del pueblo haciéndonos notar. Quien en una bici nueva, quien con una campera de cuerina, los menos friolentos con uno o dos botones de la camisa desprendidos, las mangas arremangadas en un par de vueltas de puño, para no mostrar la delgadez de nuestros brazos adolescentes, …y todos sin excepción haciendo facha, buscando alguna chica más dada a los besos y toqueteos que las amigovias.
Cuidadosamente despeinados, el cabello rematando en un jopo armado con gomina. Ellos sabían que los esperaban, pero querían tener una primer relación con alguna chica más atrevida y jugada que las del grupo, allí no pasaba nada. Solo amigas. Por eso hacían diariamente la recorrida por todos los barrios buscando esa inicial aventura amorosa.
Eran las siete de la tarde de un agosto casi caluros.
Fernando esperaba a la Marta que saldría de la panadería e intentaba conquistarla, imaginaba entrar con las bicis entre los ligustros de la casa del turco, allí nadie los vería. Soñaba.
Los hermanos de Marta no lo querían mucho.
Flaquito y alto, de sonrisa fácil, buen trato y muy engrupido, tenía mucho para ser creído, así pensaba y hacía la pasada silbando y haciéndose el tonto. Si algún hermano de la Marta lo veía, no sospecharía. Esta vez creía que se le daría con Marta.
Daniel tomaba la segunda gaseosa esperando a Julia que estaba en su clase de natación en la pileta del club. Julia le movía la cola antes de saltar del trampolín. Un pájaro la sobrevolaba. El se tapaba y miraba a los costados cautelosos. No quería que lo viesen en esa, quería a Julia pero no era judía y él era muy religioso, estaba en un problema, pero se decía, primero que me de bolilla, después veré el problema.
Primero hagamos la cuenta y después revisamos el resultado.
En tanto en la casa de las chicas, un cuervo simulado por los dedos ágiles de Cesar tironeaba el pelo de ellas y hundía el pico en las tazas, él con esas sombras chinescas estaba dando clima a lo que iban a hacer en un rato.
Ellas no se ocupaban de él, pocas veces lo miraban, siempre quejoso, se irritaba por cualquier cosa. Encima flaco y feo, y de los que creen que las saben todas.
Ellas cantaban y reían sin festejarle sus tontos juegos.
El reloj de pared dio las ocho .
Daniel, Fernando y yo, entramos uno tras otro después de dejar las bicis en la puerta
Faltaba Ismael y todos por lo bajo pensamos que otra vez se había ido a desahogar con la garrafa, todos habíamos desfilado entre sus piernas.
No hacíamos caso a los consejos de los muchachos más grande y todos se iniciaban revolcándose con ella en los galpones de la estación.
Ismael, se te va a caer la pistola de a pedazos le decíamos puritanamente, sin confesar que ya habíamos saludado a la gran grieta (uso este termino de Doris Lessing, Premio Nobel de Literatura 2007)
Pero no era eso lo que había pasado.
Ocho y cuarto llegó y, triunfante, dijo:
-Disculpen, me puse de novio con Dorita.
-No jodas esa me gustaba a mí.- dije yo…
Ismael se fue a un costado con los varones y contó, las mujeres trataban de no perder palabra…
- Estuvimos charlando, la ayudé a llevar las compras a su casa y en el camino me animé…le toqué el pelo, me miró y me acarició la mano. Después la abrace y le dije dejame que te toque, no me pidas que te hable, no me sale… Se imaginan que voy a hablar yo, tenía la boca seca pero eso sí ¡no me alcanzaban las manos ¡ nos metimos en el portal de la heladería que estaba cerrada. Y se nos fue la hora. Al rato paso la madre buscándola y allí nos despedimos.
Las mujeres lo miraban con odio y nosotros con admiración.
Había ganado, y la Dora estaba buenísima. Era ya una mujer, simpática, con labios gruesos y dientes hermosos, una boca…, su cuerpo ágil, bien formado, apenas gordita, realmente un triunfo para Ismael.
Guacho, hijo de puta, degenerado, puto y más fueron las palabras estimulantes que le decíamos por lo bajo.
Pasado el primer momento, Cinthia que también lo pretendía a Octavio le dijo
-Vení, sentate al lado mío. El juego de la copa me da miedo. Y le hizo lugar en su silla.
Octavio gentil y agradable como siempre le hizo caso.
Los demás se acomodaron cuidando de tener a alguna de las chicas al lado para abrazarlas si les daba miedo. Cuchicheando tomamos asiento, la copa en el centro de la mesa.
De reojo las mirábamos haciendo una evaluación de su virginidad.
Eran como duraznos maduros.
…Ismael, pidió perdón y se fue enseguida, no se quedaba al juego, había quedado con Dora en verse en la Plaza, a la hora del tren. Más miradas de bronca y gruñidos, ahora de todo el grupo.
Para cambiar de tema dije: ¿Se le puede preguntar algo en secreto a la copa? Porque quería saber cuándo podría estar con una chica por primera vez.
Nooo…dijeron todos el juego es sin secretos.
Me desilusioné. ¿Y se puede pedir que los espíritus califiquen de uno a diez lo que yo pregunte?
Si nos decís que es, no hay problema…
- de nuevo me sentí frustrado.
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