Bush bajo la perspicaz mirada de Michael Moore
¿ESTÚPIDOS HOMBRES BLANCOS?
Por ORLANDO MAZEYRA GUILLÉN
Hace algunos años, el polémico cineasta y escritor Michael Moore (MM) habló, por primera vez, con George W. Bush, y recibió de éste una sincera y lacónica recomendación: “¡Compórtate bien! Búscate un trabajo de verdad”. Pasó el tiempo. Bush fabricó una guerra y se tuvo que tragar, en varias dosis, el repudio mundial; Moore, por su parte, acaparó importantes premios y reconocimientos. Conclusión: parece uno de los dos no se comportó bien y, de paso, le dio al otro la invalorable oportunidad de mostrarles a sus compatriotas –y, desde luego, al mundo entero– aquello que no querían (o no podían) ver.
En 1954, la ciudad de Flint (perteneciente al estado de Michigan) vio nacer, con comprensible indiferencia, a MM. Hoy, cincuenta años después, el incisivo Moore ha logrado que ese desinterés inicial se torne en una creciente fama que genera sentimientos encontrados: MM habla a diario ante auditorios atiborrados de norteamericanos ansiosos por conocer el lado oscuro de la gestión del inefable presidente Bush; MM es censurado, y tildado de antiestadounidense, por los defensores del régimen; MM, con su última producción cinematográfica, “Fahrenheit 9/11”, está en la cresta de la ola: rebasa la barrera de los cien millones de dólares en taquilla...
Sin duda, la pésima labor presidencial de George W. Bush le dio de comer a este inquisidor: “Bowling for Columbine”, agudo documental donde explora el temor crónico de los estadounidenses y su íntima relación con las armas, alcanzó un premio en el Festival Internacional de Cine de Cannes y un Oscar a la Mejor película documental en el año 2002. Y, este año, “Fahrenheit 9/11”, recibió la Palma de Oro en el festival de Cannes que, siempre es bueno recordarlo, es considerado el certamen cinematográfico más prestigioso del orbe.
“Fahrenheit 9/11”, es un incandescente largometraje que analiza con detenimiento la sinuosa labor de Bush en la Casa Blanca (partiendo de un supuesto fraude en el proceso eleccionario, donde, según MM, derrotó con malas artes al candidato del partido demócrata Al Gore). Pero, el nudo central de la extensa y cruda producción cinematográfica, es el salvaje atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001 (9/11) que marcó con sangre y horror el inicio del tercer milenio.
Entre sus célebres producciones librescas, Moore tiene, entre otros, los siguientes títulos: “Estúpidos hombres blancos” y “¿Qué han hecho con mi país?”. El primero de éstos, ya circula en Arequipa hace un buen tiempo y viene acompañado de un escueto prólogo del reconocido periodista argentino Jorge Lanata (que se centra en el niño MM, quien, al parecer, empezó a indagar obsesivamente desde el día en que descubrió que le habían mentido): “No hay nada peor que un niño cuando entra en cortocircuito con el mundo. ¿Por qué le dijeron que todos éramos iguales? ¿Quién le enseñó que la justicia era justa? ¿Quién fue el responsable de meterle en la cabeza que la libertad existe?”
Es harto necesario el reconocer que, todo aquél que se anime a ver o leer alguna producción de MM, percibirá, sin esforzarse mucho, que toda esa bien ramificada maraña de datos (aderezada con abundantes sarcasmos), esconde un peligroso maniqueísmo. Por eso, no podemos –¡no debemos!– tomar a pie juntillas todo lo que Moore nos dice en cualquiera de sus célebres trabajos: hay, antes que nada, que cotejar información para no caer en el despropósito al que, casi siempre, suele llevarnos el poder de persuasión de una producción –sea esta ensayística o cinematográfica– tendenciosa (¿intereses políticos subrepticios?).
Lo cierto es que si “Fahrenheit 9/11” sigue convocando masivamente a los estadounidenses como lo viene haciendo hasta el momento, Michael Moore puede resultar siendo decisivo en las próximas elecciones de noviembre, donde compiten Bush y el senador demócrata John Kerry. Sólo el tiempo dirá si los norteamericanos se animan a darle por segunda vez la banda al actual presidente del país de la tarta de manzana... Por estos días, algunas palabras que pronunció el propio Bush han tomado un efecto bumerán: “Búrlate de mí una sola vez, ¡abochórname! Pobre de ti, probablemente no podrás hacerlo otra vez” (¿será, acaso, esto lo que los estadounidenses le digan en las urnas?).
© Orlando Mazeyra Guillén, 2004
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