Cuando llegamos, no imaginábamos que serían seis largos meses mirando los árboles y más allá el infinito del cielo de verano, los árboles estallaban en follaje con verdes y redondos frutos que en unos días se abrirían en semillas cubiertas en un blanco algodón o plumas diminutas. ¿Plátanos? Por el piso y en otro sector grandes pomelos estaban esparcidos.
Los nuevos nos miramos, sabiendo que éramos nuevos, nos evaluábamos en la gravedad que aparentábamos…o no. Unos más huesudos, otros más pálidos y hasta alguno bien rechoncho. ¿Qué hacia el lechón allí?
Después vería que también hay enfermos de Tuberculosis con aspecto de ministro Menemista, o sindicalista de siempre.
Yo había perdido dos o tres kilogramos de peso, me sentía muy cansado y la tos no me dejaba dormir.
Nuestras valijas estaba apoyadas en el piso mientras la enfermera nos llamaba de a uno para tomarnos los datos, ver qué medico nos había derivado y el diagnóstico.
Me tocó el turno. Ya mi madre se había ido, desde la entrada nomás. Allí la habían parado y le habían dicho que no podía pasar. Dentro eran todos enfermos infectocontagiosos.
-Hola, cómo estás? ¿Luís es tu nombre? Parecía apurada la enfermera.
Sí, pero me dicen Lucho.
-Bueno está bien Lucho, pero aquí en la ficha pondremos Luis. –¿cuántos años tienes?
-Dieciocho años.
- Tengo una buena noticia para vos. Iras al Pabellón Modelo
- ah. Respondí muy bajito.
Sí, es nuevo tiene lindas habitaciones y son solo para dos enfermos…y te pondremos con Fagundez, él es un hombre joven, limpio, ordenado y está bastante bien. Diría que ya se puede ir, pero ya verás, hay algunos que ingresan y después no quieren irse del hospital.
-¿No? Dije sombrado y pidiendo con el tono una mayor explicación
-Sí, es lo que sucede, están tres o cuatro años y después tienen que volver a su vida anterior…acá tienen cuatro comidas y salidas los fines de semana En su casa, y a veces ni la tienen, eso no les pasa.
-¿pero si ya están curados que hacen cuando les dan el alta?
Y bueno Fagundez, el que será tu compañero hace tareas de ayudante de enfermeros, limpia y otras cosas simples….después los médicos simpatizan con ellos y cuando hay vacantes los enganchan en trabajos del hospital, jardineros, enfermeros, quinteros, herreros…etc.
-Bueno… ¡ el que sigue !- dijo la mujer- y vos seguilo a Fagundez, que allí está, para llevarte a tu cuarto.
Pasados unos días, ya estaba al tanto de todo el movimiento del hospital.
El 29 de Diciembre, ya no podía sentarme a comer, tenía la cola perforada a inyecciones.
Lidia mi profesora amiga y una especie de mecenas, paso a visitarme. Me trajo chocolates alfajores y ninguna carta. Tampoco ningún mensaje. Ya no tenía novia supuse.
El Mundo se veía negro, negro y angustiante.
Los enfermos con antigüedad, que ya no contagiaban se fueron a sus casas, quedábamos unos pocos y nuevos. Pasaríamos las fiestas juntos, pero solos, casi no nos conocíamos Por suerte ya sabía que me podía hacer una escapada al boliche, cruzando un alambrado perimetral, por un agujero camuflado entre las plantas.
No, yo no fumaba. Sí, me podían enganchar para tomarme un vinito, y si era Sumuva mejor.
Además lo bueno era la aventura. Escapar y sentir la libertad un par de minutos.
Mientras, era mejor no pensar...
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