Mi padre.
Bueno, nunca quise escribir sobre mi padre, me hacia mal solo pensarlo. ¿Era malo? No, creo que no. Malo es quien actúa con maldad.
Si les digo esto, tal vez la perspectiva de mi visión sobre él es mucho mas suavizada producto del paso del tiempo.
Hoy dedico a mi padre estas palabras en su recuerdo, lejos de reproches y rencores. Hoy me doy cuenta que te querría decir papá. Nunca me diste esa posibilidad, que pena. No recuerdo como me llamabas, he borrado parte del pasado. A la mayoría de gente de mi edad, nos pasa lo mismo, pues el trato fue similar, costumbre de época, distancia entre padre e hijos.
Perdiste la vista de un ojo jugando y a tu padre a los cuatro años, a tu madre a los doce, trabajaste en el campo, en la montaña, en las minas, trabajos duros, creo que todo eso formó un resentimiento, muchas adversidades, bastante necesidades enterraron tu orgullo.
Hoy mucho de lo que pienso sobre nuestra relación, me obliga a decirles que no me di cuenta de lo superficial que sería para él muchas expresiones y procederes cuando para mi tenían una profundidad que me herían el alma.
Hoy mucho de lo que pienso sobre aquello, me obliga a decirles que mi padre no se dio cuenta que el niño, el joven pensaba y estaba convencido que era indiscutido lo que viniera de su padre y líder. No podía detenerse ante una flor cuando estaba en una tormenta interminable. Seguramente mi madre fue el soporte de los malos vientos y mantenernos cobijados por la religión que con sus cuentitos nos hacia soportarlos.
La rebeldía un día llegó a mi mente, aunque no recuerdo el por que. Valía la pena intentar saber que clase de persona era yo, si tenía cualidades para algo, si mi padre estaba equivocado en cuanto a mí. Piensen que yo le creía todo, incluso no servir para nada, ser un inútil. Llegué a dudar por carecer de autoestima.
No pasó mucho tiempo y me sorprendí que en nuevas tierras se asombraran sobre mis cualidades que por lógica, aunque sin estar seguro, comencé a mostrar.
Conocí el costo de sobresalir del común y la fuerza de la envidia que golpea cada peldaño que subes. Al poco tiempo con más confianza en mis posibilidades, pase a otras tierras, a la gran ciudad y recibir halagos sobre mis cualidades intelectuales, éticas y morales.
Le escribía a mi madre, le mandaba cosas y prometía otras.
Conseguí un trabajo estable, me casé con una mujer maravillosa, de familia acogedora y buena.
Mi madre viajó para ser la madrina de nuestro casamiento.
En mi trabajo todo bien, en mi matrimonio tuvimos un hijo que murió a poco de nacer y conocí la fea cara de ser confiado, en los hilos que mueven la medicina, entre otras disciplinas.
A los dos años nació mi hija, fui ascendido en el trabajo, mi padre, casi separado de mi madre, trabajaba en la montaña lejos de la vida social fue el padrino de bautismo de su nieta. Separados muchos años, por la distancia y los afectos, le ofrecí quedarse a vivir en la casa que yo alquilaba.
Sorprendentemente acepto.
Mi suegro le consiguió trabajo en una fábrica y ascendió rápidamente, compré un terreno con una casilla de madera y mi suegro y mi padre me ayudaron a transformarla con ladrillos y cemento. Mi padre se quedó en la casa que alquilábamos. Traje a mis hermanos y mi madre del campo, mi padre viajó conmigo para el traslado, estuvo de acuerdo pero sin convencimiento.
Les conseguí trabajo a mi cuñado y a mi hermano, mis padres al poco tiempo debieron separarse pues volvieron los fantasmas y los reproches. Se querían mucho pero la mala vida dejó su huella.
Yo comencé a transitar un largo período de hostigamiento por divisiones en la patronal de la empresa que trabajaba, cambiaban muy seguido las autoridades y soportaba el razonamiento que por ser el mas capacitado era cómplice de los que salían y pero al poco tiempo el preferido de los que subían.
Me siento orgulloso de cómo luché por la fuente de trabajo que alimentaba mi familia, pero viví en un caos laboral, gracias a mi esposa no afecto nuestra vida, aunque comencé a pagarlo con salud. Mientras pasan esos años de lucha, el tiempo nos cambia sin que nos demos cuenta.
Con mi padre me veía poco, cuando lo invitaba a fiestas siempre terminaba en bochornos que me llenaban de vergüenza, no era un ser sociable y estaba cargado de prejuicios. Me hacía perder amigos, la gente se fue alejando sin decir nada y yo no me daba cuenta, o no quería darme cuenta.
Mi padre hacia un tiempo había comenzado a tomar mucho, fumaba mucho y terminó con un infarto que lo obligó a dejar de trabajar. Una vez recompuesto viajó a nuestro pago natal a vivir solo como siempre le gustó. La vida lo llevó a ser un ermitaño. No quería molestar a nadie –dijo.
Me dio mucha tristeza pero no pude invitarlo al cumpleaños de 15 de mi hija, su nieta y ahijada. Mucho miedo, terror diría en mi esposa e hija.
No pude hablar luego con mi padre, a los tres meses murió solo, viendo la pequeña TV que le había comprado diez años antes, al igual que la campera le regalé de mi empresa. Fue encontrado el día después. Viajé con mi hermana y cuñado y le dimos cristiana sepultura. Sinceramente nunca lloré tanto. Pensé tiempo después el por que y sinceramente no se me ocurría una explicación lógica. Mi padre se murió y no tuve una charla mano a mano para saber si me quiso, nunca supe que hablara bien de mí, nunca potenció mis cualidades como lo hizo mi madre. Nunca tuve un abrazo, mucho menos un beso.
Pero ahora se por que te lloré, porque me quede inmensamente solo con tu partida, me he dado cuenta que fuiste un luchador que jamás te quejaste, y que luchaste por tu familia, incluso por mi. Que moriste por no tener por quien ni por que luchar mas, por tener el físico deteriorado, pero te digo que soy igual a ti en muchas cosas, solo que mas refinado cuando me enojo y astuto para conseguir las cosas. Que doy amor a los que me rodean pues aprendí de niño la falta que hace, a empujarlos en la vida, no frenarlos o tirarlos hacia atrás.
Con el tiempo mi suegro, mi suegra, mi madre, grandes amigos, también partieron, las enfermedades me llegaron, las voy soportando, con el tiempo en el trabajo quedé en muy buena posición.
Siempre pienso en usted, pese que nunca le dije Papá.
Referente a la narración “Conflicto” les comparto un vídeo que realicé como complemento del escrito.
http://youtu.be/jkGHQDp5_jQ |