Que dulce, que quieta, que grande, que ojos, y es que cuando te visita, está en todas partes y a veces en solo en unos fragmentos del espacio, sus piernas siempre se mueven, me rodearon el cuello fuerte, no puedo respirar, pero mi corazón se llena de gozo, y mis ojos de lagrimas, sus manos me rasguñan, sus ropas que cubren mi cama y entre ellas estoy yo, riendo por las pequeñas descargas que me dan, no puedo hablar, pero sí que escucho, la escucho claro, ¡tengo hambre!, repite siempre repite eso.
Se fue, por un instante entré en un profundo sueño, pero ella ya entro entre mis parpados, ella se mueve, ella se mueve y me lastima, salta entre mis corneas, ella solo metió un dedo, y lo demás está afuera, chocando mi librero, ¡tengo hambre!, grita fuerte muy fuerte que comienzo a temblar de miedo profundo, ¡tengo hambre!, quisiera que se callara.
Ella está en silencio, por fin en silencio, me dio oportunidad de abrir mis ojos, y la vi tan fría, tan hermosa, pero a la vez tan terriblemente horrible, me mira, ríe, su mano va hacia la venta abierta y la cierra lentamente, no por favor, no la cierres, no tiene piedad, ella solo tiene hambre.