Cierra la puerta que se pierde tu íntimo perfume, deja de ver aquello que no sabes ver. Hay amapolas jugando entre las olas, colibríes sedientos migrando sin cesar que pasan dejando su vida sobre la arena fértil, donde su polen se mezcla con la sal, junto a las caracolas y corales. Y se anhelan ver en un hermoso ramillete de blancas escamas y rosas, con sus espadas teñidas bajo el mar.
No te detengas más, déjale resucitar a las pequeñas doncellas que se hundieron junto a sus amados, no te detengas, viaja hasta el fondo y encontraras folios, cristales, oro, lágrimas y cartas perdidas en el misterio del olvido. Recupera el libro angosto y largo que recorre la superficie del mar convertido en mágicas olas. Y lee con voz de pez, y canta con música del alma.
Y luego, aléjate corriendo sobre sus turbulentas aguas, que no te traguen ni despierten en ti nuevas aventuras. Las ballenas con sus trajes subirán a la superficie a encontrarte, allí te silbaran canciones desechadas por escritores y poetas apagados de sueños.
Ahora es el momento de elegir, arriesga y cuenta una a una aquellas perlas blancas que anudaron tu cuello hace millones de años. Te iluminan la senda de las bellas sirenas que vagan en las noches pobladas de nubes de colores, y en sus ojos aún lucen los encantamientos que despertaban a los marineros cuando los rescataban de sus naufragios. No huyas del arco iris, ni de las sombras del desierto. Tú tienes garras, valor y muchos deseos de descubrir las letras amarillas que navegaron millones de años sin ser leídas jamás.
Alessandrini María del Rosario. |