Erase una vez una asesina a sueldo llamada Valeria Mazza. Era una rubia muy bella, que asesinaba hombres con total frialdad y sin piedad alguna. Dependiendo de la ocasión, la asesina usaba revolver o cuchillo para cometer sus sangrientos crímenes. Pero siempre la asesina solía arrojar un Queso Mini Fynbo sobre sus víctimas. Por eso en el mundo criminal la llamaban “la Mujer Queso”.
Una tarde, la asesina recibió un nuevo encargo. Le dijeron que esa misma noche debía cometer un nuevo crimen. La asesina entonces guardó en su cartera un revolver con silenciador bien cargado de balas, un enorme cuchillo y un Queso Mini Fynbo.
Antes de salir se fijó en su telefono celular el nombre y los datos del muchacho al que debía asesinar. “Guido Zaffora” ese era el nombre de su futura víctima.
Valeria Mazza sonrió y dijo:
- El boludito ese que trabaja en C5N. Una buena víctima, vale la pena asesinarlo. Lo asesinaré con gusto.
La asesina se dirigió entonces al lugar donde sabía podría asesinar a Guido Zaffora, de acuerdo a la información que había recibido.
Guido Zaffora salió de un boliche gay, y comenzó a caminar solo en un estacionamiento. La asesina lo estaba esperando, y en forma tan inesperada como sorpresiva, le interceptó el paso.
Para sus sorpresa, Guido Zaffora vio que de repente, Valeria Mazza estaba frente a él. Fue entonces cuando dijo:
- ¡Valeria Mazza!
La asesina dijo entonces el nombre de su futura víctima:
- Guido Zaffora.
Guido Zaffora tembló al ver frente a él a una asesina con un revolver con silenciador. Era una chica bella y rubia, cuya única prenda era una bikini negra y un par de guantes negros con los que sostenía el revolver, con el que apuntaba a Guido. El muchacho, aterrorizado, no podía ni moverse, y estaba contra la pared.
La asesina le dijo:
- Tengo que asesinarte Guido, la verdad que he asesinado a mejores víctimas. Soy una asesina profesional. Una asesina a sueldo. Me conocen como la “Mujer Queso” porque a mis víctimas les tiró un Queso. ¿Algún último deseo?
Guido apenas pudo hablar pero alcanzó a balbucear:
- ¿Quién me manda matar?
La asesina respondió:
- No lo sé. A mí me llamaron, me dijeron “Hay tanto, por asesinar a Guido Zaffora” y aca estoy a punto de asesinarte.
Guido, sumido en el terror, pudo preguntar:
- ¿Cuánto te pagan por asesinarme?
Eso no importa, si te digo que una octava parte de lo que me pagaron por asesinar a David Kavlin, y te aseguro que ese idiota, al cual ejecute de un balazo en la frente, fue uno de mis asesinatos peores pagos.
Guido quería ganar tiempo de alguna manera, y estaba dispuesto a hacerle más preguntas a la asesina. Pero la chica, con la frialdad que la caracterizaba, le dijo:
- Basta de preguntas Guido, tu hora ha llegado.
Guido Zaffora cerró los ojos, esperando el disparo que lo iba a mandar a otro mundo. De repente, se escuchó un sonido, un disparo hecho con silenciador. Pero Guido, aún con los ojos cerrados, creyó caerse muerto, pero su sorpresa, aún estaba vivo. Y escuchó la voz de Carlitos Tevez diciendo:
- Queso.
Abrió entonces los ojos. Lo que vió a continuación fue muy sorprendente. La asesina estaba muerta con un disparo en la frente, sobre el cadáver había un Queso, y a su lado, se encontraba Carlos Tevez, que sostenía un revolver con silenciador. Guido al verlo a Carlos Tevez dijo:
- ¡Carlitos!
Carlitos lo apuntó con el revolver. Guido se aterrorizó nuevamente creyendo que se había salvado de la asesina pero que Carlitos Tevez era quien lo iba a asesinar ahora.
- Tranquilo – dijo Carlitos a la vez que bajaba el revolver – ya está, está loca debía morir. No asesinó a nadie, todo lo que contaba de sus crímenes y asesinatos era un delirio, pero siempre sospechamos que alguna vez podía llevar sus imaginaciones a la realidad. Ya la maté, le tiré un Queso.
- ¡Gracias Carlitos! ¡Te debo la vida! – le dijo Guido Zaffora a Carlos Tevez – Estoy dispuesto a hacer lo que quieras con tal de devolverte lo que hicistes por mí.
Guido Zaffora soñaba con que Carlos Tevez lo violara, era uno de sus mayores deseos sexuales. Si tenía que bajarse los pantalones ahí mismo para que le rompiera el culo, lo iba a hacer. Pero Carlitos no era de esos, al menos no ese día, y le dijo a Guido Zaffora:
- Quiero que te comes este Queso.
Y Carlos Tevez le mostró un gran Queso Gruyere. Guido Zaffora, otra vez horrorizado, dijo:
- ¡No, Carlitos! ¡Por favor a mí no me gusta el Queso! ¡El Queso, no!
Carlitos lo apuntó nuevamente con el revolver y le dijo:
- Entonces morirás.
Zaffora otra vez se sumergió en otro ataque de pánico, y cerró los ojos, esperando el disparo mortal de Carlos Tevez. Carlitos disparó, pero ninguna bala salió del revolver.
- ¡Ja, ja, creístes que iba a matarte! – empezó a decirle Carlitos Tevez mientras se reía a carcajadas - ¡Ja, ja, la última bala la gaste para matar a esta mina.
Zaffora se arrodilló extenuado y le dijo a Carlitos:
- Basta Carlitos. No doy más. Hago lo que vos quieras, pero por favor, comer Queso, no.
- No te preocupes, pibe – le dijo Carlos – quedate tranquilo.
Zaffora quedó aterrorizado pero a partir de aquel día, Carlos Tevez se convirtió en su gran ídolo.
|