Una mañana pasable; la cotidianidad encapsulaba el ambiente.
División del Norte no es una avenida que se precie de ser tranquila, para ser exactos es un caos total: tan sólo en dos días han chocado tres trolebuses, cuatro carros particulares, seis patrullas y ocho civiles arrollados.
En lo que va del día no se han registrado accidentes, la tranquilidad parecía haber llegado.
En uno de los tantos cruces de la avenida un individuo, no más de 30 años, prieto, ojos cafés, botas negras gastadas, mezclilla decolorada, playera sin mangas del Partido Verde y una gorra del PT vendía pasas con chocolate, ya sea amargo o normal.
En su afán por conseguir unos cuantos pesos más le ofrecía a la gran mayoría de los automovilistas.
Acababa de vender cuatro paquetitos a un Sedán blanco cuando la luz verde se encendió; estaba justamente en el carril de enmedio y ni cómo librar la abalancha de carros que en menos de dos segundos reanudó su andar. Perdido del miedo cayó delante de un Chevy café. Rápidamente la paz que imperaba cayó a la par que el pobre personaje.
El policía de tránsito que en el camellón se encontraba arribó velozmente antes que el caos vial aumentara.
Todo este acontecimiento era observado por dos jovenzuelos que plácidamente comían un helado. No les causó asombro, más bien la importancia se ausentó.
-¿Has visto Toma el dinero y corre de Woody Allen?-dijo ÉL.
-Sí. Me parece que es una películas muy tonta para un genio como lo es Woody Allen-respondió ELLA.
-No podrás negar que es muy cómica.
-Aun así, es un pecado en la carrera de Woody.
-¿Qué otras has visto?
-Manhatan.
-¡Muy buena!
-Sueños de un seductor.
-Mejor todavía.
-Vi Media noche en París, no salió pero la dirigió.
-Me encantó esa maldita película.
-De ahí aprendí que es mejor vivir nuestro presente y gozar medianamente del pasado. No hay mejor época que la que estamos viviendo.
-¿A qué época del pasado te gustaría viajar?
-No me has escuchado nada, ¿verdad? El pasado lo considero irrelevante, se me hace una total idiotez buscar nuestro rumbo en caminos anteriores.
-¿Quieres decir que no mirarías hacia abajo para ir hacia arriba? Es como si un ingeniero no estudiara el terreno donde va a construir; si tu teoría es correcta la genética sería inútil, la astronomía también, la geología, muchas ciencias no tendrían sentido.
-Tal vez, pero no sirve para mucho esa dichosa historia.
-¡Cómo que no! Todo en este puto mundo tiene historia, no sólo los palacios, castillos y estatuas; el helado de queso que te estás comiendo tiene una historia, tu playera negra tiene una historia, mi suéter café tiene una historia, todo en este pinche mundo tiene historia.
-Puede que tengas razón.
-No, la tengo.
-Qué egoísta.
-Odio el egoísmo, ¿sabías?
-No,
-Lo detesto a más no poder, es una de las tres cosas que no soporto en una persona, las otras dos son la impuntualidad y la mala ortografía.
-¿Te fijas en la ortografía?
-Mucho.
Los dos terminaron el helado, ÉL pagó por los dos. Tenía un nuevo plan:
-¿Quieres ir al Parque Xicontencatl?
-Sí claro.
-¿Sabes quién fue Xicotencatl?
-¡No empecemos otra vez con la historia!
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