Susurros lleva el viento en su lomo de estrellas
los pájaros hambrientos revolotean tensos
mientras la nube loca los baña en su agonía,
y decrecen los mares, y se funden los ríos.
En la tierra se abre un disco repetido
de huellas fulgurantes en el mundo nacido
no se cuecen habas si el fuego se ha extinguido
ni se parten los cocos si en la isla hace frío.
Hay un cielo celeste colmado de colmillos
los vientos palpitantes se entretienen de gala
las nubes desordenan el mandato divino.
Y crecen en sus pechos millares de rocíos
al fin de cada noche las estrellas renacen
las margaritas blancas no cambiaron ropajes,
en los cristales frescos de la última nevada
quedaron dibujados los nombres y el estío.
Hay tanta efervescencia en la faz de la tierra
el hombre no lo entiende sólo busca materia,
una larga mirada podrá cambiar los tiempos
tal vez sin la nostalgia de aquel tiempo ya ido.

MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.