La desnudez del silencio se convierte en mudo pretexto
ante el encuentro tibio en un manto blanco,
el escenario perfecto para despojarse del pecado
y seguir destruyendo todo aquello que no había sido profanado.
Y a lo lejos sonidos bramantes, inciertos y anónimos,
los sentidos agolpan y se someten a la nueva oscuridad:
la del delirio entrecortado y la del equilibrista en la soga,
concierto lejano de instintos en ebullición.
Y tras el baile de máscaras cotidianas,
quedan tan solo dos cuerpos inertes,
muchas muertes ocupan tan pequeño escenario,
esperando un pronto renacer para seguir jodiendo.
Texto agregado el 16-04-2015, y leído por 48
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Lectores Opinan
16-04-2015
Es estupendo, aunque la última palabra le resta elegancia.
Un abrazo sin mascara. delaida
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