Después de todas las risas quedó un lapso, un breve y pequeño silencio. Yo planeaba seguir riéndome pero mencionaron tu nombre, y el frío de mi bebida me llegó hasta la última neurona del cerebro y para evitar preguntas solté una risita y traté de ocultar mi verdadero gesto al beber con un popote.

Nunca entendí por qué tu ropa olía a la de un bebé y es que a todos les gusta oler a un bebé y por eso me encantaba olerte. Te diré que hasta ahora no he logrado escuchar a alguien con tu acento, que mal que si pasa más el tiempo me costará recordar el tono de tu voz.

Y podía ponerme a pensar en tus manos, en tus brazos y en tus hombros, en lo bien que vi la noche cuando estuve cerca de tu cuello, podía seguir pensando en ti hasta que mis amigas notarán lo distraída que estaba pero luego mencionaron otro nombre y esta vez no era tuyo, era el de tu novia cabrón.