La Ilusión Final
(La Redención)
“...porque la vigilante espera de la Naturaleza
suspira por la manifestación de los hijos de
Dios. La Naturaleza en efecto, fue someti-
da contra su voluntad pero obediente, a la
caducidad, por Quien la sometió con la es-
peranza de que ella también será liberada de
la servidumbre de la corrupción con la li-
beración gloriosa de los hijos de Dios”
San Pablo
A los romanos, VIII, 19-21
Humanidad:
Es la esperanza que me hace escribir estas dolorosas líneas, el coraje de los grandes hombres acompaña esta frustración de ver acabada ya toda una época de luchas y conquistas, nuestros nombres jamás serán escuchados y nuestra verdad será ignorada por siempre. Un asteroide destruirá la humanidad en unos meses, el impacto será inminente, chocará sobre Australia provocando una gran explosión, nadie lo hubiera presagiado.
Quizá, ahora que sabemos este final se descubra que el hombre no fue más que una etapa formidable que jamás conoció la Naturaleza. Imaginar a Alejandro conquistando ese mundo conocido, a Colón arribando a América, a Marco Polo luchando contra las olas del mar, a los egipcios arrastrando rocas para hacer honor a sus creencias, a los romanos asumiendo las riendas del mundo como las grandes industrias erigiéndose sobre tierra baldía. La Humanidad, mi humanidad, quién sabría que acabaría todo así, ni un gran Ptolomeo, ni un magnífico Copérnico, y qué nos diría Galileo si desde su observatorio hubiese predicho el devenir del mundo. Ya todo será olvidado, seremos olvidados, no serán jamás leídas con pasión los poemas evocados en estos tiempos.
Y una vez revisados los libros que le dieron a esta civilización su esplendor, he deseado obtener de lo leído una conclusión para este episodio final. Ha sido complejo y no hay alternativas, algunos intentarán dar explicaciones religiosas, científicas o filosóficas pero qué importa ya, todo fue hecho para entretener al hombre y distraerlo de su infeliz condición. Bienaventurados los que sintieron en ello una gratificación para su alma, como dichosos los que simplemente ignoraron todo y ahora pastan como lo hacen los antílopes, es que para ellos todavía brota la vida, como a los hombres de siempre. A eso se ha resumido nuestra experiencia, nadie dejará de alimentarse, de engañar, de amar, de querer, de poder, simplemente porque acabarán nuestros días. El hombre vive cada momento porque quiere subsistir, ahora ya no hay elección para rencores ajenos, el alma de estas sociedades se mueve simplemente por su deseo de avanzar hacia la realización total, quién sabe si en otros tiempos la humanidad se habría comportado de igual manera si le hubiese tocado vivir esta catástrofe.
Y es que ahora que las creencias han sido desechadas, hemos optado por un eterno sentimiento en la esperanza por el hombre y en su poder. No admitiremos qué fuerzas ajenas nos alejan de nuestro propio poderío. La ventaja que ahora tenemos no es estratégica porque no podremos ganar y sólo ella estará en nuestro valor como civilización. Ya el hombre no posee el miedo al futuro desconocido porque todo está predicho.
Me dicen que ya hay salida para hacer sobrevivir a la humanidad, viajes espaciales hacia mundos propios para habitarlos y que sólo está en nuestra decisión el intentarlo. Es comprensible cierto entusiasmo por ello, da salidas a nuestro inquebrantable deseo de subsistir, deseo de conquistar lo desconocido. Este será sin duda el reto más grande para los dirigentes de nuestro tiempo, el conducir la esperanza de toda la civilización a caminos nuevos. Los nuevos tratados filosóficos se están escribiendo, los novelistas relatando esta tragedia, los poetas lanzando cánticos hacia una nueva desesperanza que ya nadie leerá. Eso es lo más que podremos dar, con dignidad y haciendo honor a nuestro eterno rechazo por lo real.
Cada mañana volvíamos a preguntarnos si estaríamos llenos de imaginación como para predecir el futuro de nuestras vidas y del universo, pero ahora todo es distinto, ya no hay supersticiones y voluntades divinas que satisfagan nuestras dudas, la última ley de la Naturaleza ha sido impuesta y sobre mi cabeza ya no se pueden descifrar más claves de la historia. Es así que la humanidad ha llegado a su fin sin posibilidad de retorno, ¿volveremos a ser bestias, nos escabulliremos en nuevos bosques temiendo ser devorados y la humildad nos conducirá a la supervivencia?, ¿Volverá la dicha de nacer y surgir entre pantanos y glaciales?, pero eso sólo sucede una vez y ya lo hemos disfrutado. Es tan injusto que los hombres vean su condición perderse en el cosmos, y lo que hacen algunos supremos directores del destino es dar inefables razones de que aún existe la posibilidad de salvación.
Sí, una magnífica salvación que decore los libros de historia, en donde se demuestre que aún el epicentro del universo es el hombre. Eso se espera de la humanidad, que aún su fin signifique gloria y supremacía, es que así se ha formado la historia. Todo lo creado será abandonado, dicen que el hombre llevará a otros mundos miles de años de evolución, que se forjará una nueva civilización y los infelices especulan de cómo teorizar en esos nuevos parajes. Ya existen algunos tratados filosóficos cósmicos, novelas en donde se augura una exitosa colonización, las predicciones psicológicas de nuestras renovadas mentes; el entusiasmo es total, salen intelectuales a la palestra exponiendo sus hipótesis, algunas teorías, artistas que olvidan lo vivido para apasionarse por lo que aún no es y ya viven en realidades ideales, unos dicen que es la oportunidad de comenzar de nuevo y que la igualdad exigirá su trono despojado por la codicia humana. Se forja una nueva ciencia, hay quienes auguran la nueva conformación de la sociedad. Esto es un jolgorio para la humanidad.
Pero la tristeza como la realidad es penosa y sin esperanza, todos perciben que los elegidos dejarán este mundo desagradecido para enrumbarse hacia un destino mejor. Esa ha sido la visión de la civilización y ya nadie la puede refutar, es que está en todas las bases de nuestro pensamiento, se ha considerado como absurdo retar a todo el intelecto humano y ya no hay tiempo para eso. Sí pues, se ha dicho que hay posibilidades de escapar de esta tragedia, pero es falso, no hay razón para creerlo. El hombre no ha conquistado jamás al espacio, puede haber sometido hombres y culturas pero no a lo intangible y a lo incomprensible. Nos han dicho que la nueva humanidad florecerá en algún otro lugar del universo, pero que historia tan falaz, todos han sido engañados, nadie podrá escapar. Algunos partirán y se irán como los nuevos mensajeros de esta cultura y los que se quedarán aquí así los verán, y aquellos desde su aeronave verán destruirse la tierra llenando sus corazones de orgullo tal como lo hicieron los grandes exploradores de este mundo. Pero al final sucumbirán bajo los rayos ardientes del sol pues, así ha sido planificado, la aeronave se ha programado para que los últimos hombres no divaguen en el universo. Esa era la única salvación que nos quedaba. Ya no se puede defraudar la esperanza de la humanidad, el hombre nunca ha fallado ha otro hombre y esta era la gran oportunidad para demostrarlo. Esa es la humanidad que combate ante la desesperanza e ilusa toma el camino hacia la eternidad.
Grandioso Sol que nos has visto crecer, que nos has dado la luz.
Melancólica Luna que cobijas nuestros más valerosos sueños,
despídanse de estos seres celestiales que no ofrendarán ni dedicarán jamás nada a sus nombres.
Nos apartan para siempre de vuestros destinos, y ahora en soledad
¿adónde mirarán? Si nuestros ojos no los podrán ver jamás.
Sol acoge en tus rayos a aquellos que vuelven a ti, dales la última morada a los hijos que por segunda vez han perdido su paraíso.
Y que la eterna claridad haga que en mí florezca por siempre, de esta última mirada los más grandes destellos que hombre alguno haya podido dar.
Y apiádate de este doblegado espíritu.
Semejante final para una desdichada humanidad.
Johan Levi Romell.
Director General del Programa de Evacuación
Multinacional Aeroespacial.
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