Varios días colisionaron entre sí,
quebrando sus cascarones
para que fluyera un tiempo viscoso,
como baba de tortuga entusiasmada.

Los surcos se topetean tras las piedras de la milpa,
que medita en sus hojas doloridas.

Una tribu de pitacoches picotea las mazorcas,
cual tumores de la caña cuajada en cicatrices.

Tres bichos en los sobacos de las piedras:
un pinacate atónito de torpes patas inflexibles;
una cochinilla insomne que se enrolla con denuedo;
y cierta lombriz de danza obesa.

Los ojillos ingenuos de los pájaros
ante el laberinto de las hojas de sustancia vetusta,
fría y primordial.

Una lagartija escamada por un pasmo antiguo
entreabre el hocico rozado por el silencio...
acecha a una hormiga roja y renca,
de carilla que afea un asombro hermético,
cual misterio que se encostra.