Te habito como un incógnito desconocido,
aun incompleto, en piel y carne hueles a mí.
Desatendiendo todo himno a la prudencia,
clandestinos de nuestros espacios mudos,
con la fragilidad de repetidos humedales,
nos sumergimos en la maravillosa práctica
de desairar lo cotidiano en sigilosa agonía.
No existe ninguna posible carencia de alas
en nuestra canción al silencio mañanero
donde militamos trovadores de una vida real.
Texto agregado el 10-04-2015, y leído por 228
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