Una mañana soleada la encontré caminando en sus cuentos, ella recorría cada línea para saber si todo está bien.
Sofiama, el hada del bosque que maravillaba con sus cuentos me reconoció, y mojo sus delicados pies en mi laguna, me sentí reina de aquel majestuoso lugar al verla radiante y feliz recorriendo sus letras. Luego me miro con sus ojos de cielo desnudando mi mundo, comprendió de qué se formaba el agua que recorría sus dedos, comprendió como amaba la poesía, el fulgor de mis noches y mis días.
Ella decidió escribir un cuento sobre mi extensas aguas a pesar de que las personas del bosque me llamaban Lagunita- tenía bastante poder, cuando la lluvia descansaba en mi falda. Sofiama tan hermosa y sensual, tenía muchos pretendientes. El bosque fue su hábitat, y su destino recorrer caminos escribiendo y contando aquellas maravillas que solo ella sabía, su voz resonaba fuerte, delicada y audaz, su voz tenia mando de poema ,mando de ilusiones, sabía hablar de amor con la más inquietante voz, narradora sensualmente ardiente. Su esencia la convertía en la mayor narradora del planeta azul.

María del Rosario Alessandrini.