"Tenemos la misma edad que el universo... en la base de que la materia no se crea ni destruye, sólo se transforma".
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Los cuatro tripulantes de la nave comenzaron a despertarse paulatinamente, recobrando poco a poco los sentidos aún adormecidos por el prolongado estado de hibernación al que fueron inducidos. Una vez recuperados, se precipitaron a observar desde la escotilla el objeto final de su largo viaje; un hermoso planeta verde-azul que a la distancia se mostraba ante sus sorprendidos e ilusionados ojos en radiante plenitud.
La bitácora de la nave indicaba que en la Tierra era el séptimo día del mes doceavo en el año dos mil setecientos d. C. y así quedó registrado en la cabina de mando, antes de iniciar el acercamiento al planeta para el ansiado descenso.
Al llegar a la superficie, los cuatro astronautas abandonaron la nave, desplazándose en un par de poderosos vehículos mitad tanque, mitad jeep. Tras internarse en la espesura de una exuberante vegetación y revisar los indicadores de atmósfera y oxígeno, decidieron recorrer el terreno y disfrutar del ambiente, prescindiendo de las escafandras y trajes especiales con los cuales habían sido provistos.
La atmósfera del planeta era tal como ellos esperaban y haciendo cálculos de masa y densidad, era también similar a la Tierra. Sólo que éste, a diferencia de ella y sus 5 continentes, poseía un gran continente, cuyas proporciones ocupaban casi un tercio del orbe. A simple vista podría decirse que, salvo aquel antecedente, eran planetas gemelos, pero no, no era lo único que les diferenciaba. Había un importante punto que los distanciaba aún más y era el triste estado agonizante de la Tierra, motivo por el cual la especie humana se había visto en la obligación imperiosa de buscar un nuevo hogar ¡¡Y ahí estaban ellos!!, ante este precioso planeta en estado virgen, lleno de vida salvaje.
Se detuvieron al borde de un acantilado; la vista panorámica era soberbia, imponente, con unos magníficos colores que se potenciaban gracias a un sol que lentamente derramaba los últimos rayos del día.
Se dispusieron a volver a la nave, no sin antes tomar pequeñas muestras del mayor número de especies con las que tuvieron contacto. Sorpresivamente, y cuando ya se habían internado en el terreno siguiendo sus propias huellas para el camino de regreso, repararon en un galpón inmenso que antes no habían visto. Se acercaron a investigar; la edificación no tenía ningún tipo de protección ni muros, ni rejas, nada. Con curiosidad se introdujeron cuidadosamente al interior para descubrir de qué se trataba. Ante ellos se desplegó un sinnúmero de ramplas, cadenas de ensamblaje y bodegas… muchas bodegas repletas de materia prima. Cuando descubrieron la bodega de productos terminados se llevaron una sorpresa mayúscula. En ella había piedras, rocas, láminas de pasto, matorrales, plantas y hasta árboles de una naturalidad abismante, tanto al tacto como al olfato ¡Y ni decir a la vista!. Tomaron unas muestras y volvieron a los vehículos, pero fue entonces que al observar mejor el entorno, descubrieron con estupor que el planeta entero era de plástico; junto con ello, tuvieron conciencia de que no estaban solos en el lugar, lo que se confirmó en el camino de regreso a la nave cuando fueron interceptados por dos seres de estatura muy alta, protegidos con overoles y guantes blancos.
-¿Hablan nuestro idioma?- Preguntaron los astronautas temerosos.
Los seres se miraron y con naturalidad respondieron “Sí”.
-¿Qué es este lugar?- Preguntó el líder de la tripulación.
“Un planeta piloto”, respondieron los seres y replicaron; “Pero les advertimos que aún no hemos finalizado nuestro trabajo, creemos que los materiales no tienen la suficiente naturalidad y Pangea* ha quedado con muchas fisuras. Estamos seguros de que con el tiempo y desgaste propio de la rotación del planeta se dañará, produciendo fuertes cataclismos y desplazamientos, por lo que necesitaremos postergar el plazo de entrega para perfeccionarlo. En caso contrario, no garantizamos una vida útil mayor a 5 mil millones de años”.
Al ver la sorpresa reflejada en los rostros de los astronautas y las miradas llenas de interrogantes los seres agregaron, “pero ¿¿No son ustedes quienes venían a buscarlo?? ¿¿Acaso no vienen de parte de Dios??”
M.D
*Pangea fue el supercontinente que existió al final de la era Paleozoica y comienzos de la Mesozoica que agrupaba la mayor parte de las tierras emergidas del planeta. Se formó por el movimiento de las placas tectónicas, que hace unos 300 millones de años unió todos los continentes anteriores en uno solo; posteriormente, hace unos 200 millones de años, comenzó a fracturarse y disgregarse hasta alcanzar la situación actual de los continentes, en un proceso que aún continúa.
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