Voy a inventar un aforismo a tientas,
algo que pueda escribirse en rosa,
que se regocije en un color casual.
Las letras ya se revelan con recelo,
pretendiendo ser todas las elegidas,
como si paseara una antología breve,
o la décima edición de un diccionario.
De hecho, descartaré las letras mudas,
esas que, fatales, nunca dicen nada.
Pediré polifonía de abiertas y cerradas,
el pie derecho de las consonantes,
y el hada dulce de todas las vocales.
Descartaré las esdrújulas del teclado,
apañaré la impaciencia de las graves,
y sujetaré el fino rincón de las agudas.
Sin más condiciones, tintas ni papeles,
sentenciaré sobre pájaros y refranes,
para que, con maña, todo quede en nada. |