Hoy en la mitad del cuarto, donde siempre he visitado a mi soledad, escribo esta única con el objeto de no sentir el vaho del recuerdo que atormenta el alma. Si es cierto, soy un catalizador que escucha al mundo y sus problemas; es cierto, quizá no he caminado por sendas tortuosas, pero mi espíritu siempre está pronto a apaciguar la inquietud de otros. Se siente un vacío el no ser escuchado en lo profundo del ser, tanto que volveré a mi timidez de siempre, la que nunca debí perder, de no tocar a nadie con mi sonrisa, de no acercarme a nadie con mis ojos y mi boca.
Es tan simple querer andar por el corredor de la vida, sin mirar a nadie, sin mirarse uno. Yo lo llamo escampadero del alma, porque cuando nos vemos perdidos, buscamos una excusa para volver tras nuestros pasos. Qué tan especial puedo ser para alguien, que tan cierto es que eres importante para alguien, hoy la penumbra embarga mi pensamiento, lo adormece y lo estremece, no hay mayor poder que la sombra invadiéndote. Hoy en la mitad del cuarto, acabo de darme cuenta, no tengo amores, tan solo amigos, no tengo vibra, solo vino añejo.
Estoy en la parte donde el ser humano se socava en su interior para volver a hacerse como tiempo. Todo llega, tarde pero llega; el amor, el destino, el silencio, las palabras… ahora no tengo con quien hablar de mis pensamientos, todos callan, este humilde ser ha perdido el don de la palabra, tan solo le queda el de la escucha, así después de tantos años, me resigno a no ser leído ni escuchado, nadie lo hizo, nadie. Me quedan las penumbras de mi cuarto, donde estallo en palabras que nadie oirá.
Candela´01
Copyright marzo de 2015
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