- ¡Mami, mami! ¡Me topé con un anciano al que no pude espantar! - gritó sollozando el pequeño fantasmita.
- Pero... aullaste?
- Sí, muy fuerte como tú y papá me enseñaron.
- ¿Moviste objetos, sacudiste las paredes y los techos?
- Lo más que pude, mami, lo más que pude.
Frankenstein no aguantó más: dejó de escucharlos, y se tendió en el piso a reirse a carcajadas...
Texto agregado el 03-09-2004, y leído por 220
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