Miradas que se cruzan y vuelven a chocar. El encender de una llama que pronto se convertirá en un incendio. El deseo. El encontrar en el otro lo que uno está buscando, más que encontrarlo, forzarlo. La idealización de quién es la otra persona. La divinización.
El perseguir, el acercarse, el trabajar, el conquistar. El dejar de pensar en uno, para pensar en el otro. La incansable tarea del enamorado.
Una duda que ilumina de esperanza el camino a recorrer. Una duda que abre puertas que antes no se dejaban ver. Una duda que da pie al deseo, una duda que hay que aprovechar, un no, que se convirtió en un tal vez. Un tal vez que se convertirá en un sí.
El esperado sí. El objetivo final. Felicidad. En ella encontrás todo lo que buscas, y lo tenés. ¿Lo tenés?. La inseguridad.
La inseguridad de no estar a la altura. De no ser quién necesitas. La intranquilidad.
El sí que se desvanece. El saber que no hay otra oportunidad. De nuevo al tal vez. De nuevo al no.
Tristeza. Perder la dignidad. Ella tiene todo lo que buscas. Ella es la felicidad. Desesperar.
La resignación. El intentar llenar un vació que en realidad, nunca se llenó. Buscarla en otras personas. Desilusión. Dolor.
Alejarte. Escuchar a tus amigos y desconectarte. No era lo que necesitabas. La idealizaste. Es como todas las demás. No la necesitas.
El reencuentro. Casual, accidental, buscado. La renovación de la esperanza que en realidad nunca se había marchado. El revivir la llama de las cenizas que no se habían apagado. El error.
Las discusiones. El hacerla entrar en razón. Son perfectos juntos, son felices juntos, ¿Por qué no intentarlo?. Él saberse perdedor.
El final. El desliz, el error que tanto duró, el acto doloroso que lo finalizó. La pelea, el rencor. El amor que llevó al odio.
El odio que ya no se convertirá en amor.
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