Apenas comenzaba la primavera cuando un día, “resortes”, un perro pequeño de pelo café y orejas afiladas rodaba en el pasto del jardín de la casa de sus amos. De tanto girar, se trabó una y otra vez hasta quedar hecho una bola de alambres.
De inmediato pidió ayuda a su vecino “trozos”, otro perro igual a él de juguetón que vivía en la casa de al lado. Su amigo al darse cuenta de la situación en la que se encontraba, se acercó a él silenciosamente para que nadie se enterara de su presencia, pero como siempre existe lo inesperado, en la casa azul ubicada al lado izquierdo de la de “r-e-s-o-r-t-e-s”, ya los observaba “muelas” el perro más malvado del vecindario.
“Trozos” comenzó a tratar de desenredar al lindo cachorro, con su enorme hocico tomó el cuerpo y al zangolotearlo solo obtuvo un mayor enredo de alambres lo que provocó que el pobre animalito comenzara a asfixiarse, así que con las palabras que muy apenas le salían de su pequeño hocico pudo pedirle a su noble compañero que mejor lo dejara desenredarse solo.
En el patio de la casa se encontraban Ángel y Justine su hermano menor de solo cuatro años de edad. Ellos jugaban con los juguetes que les habían dejado los Reyes Magos un día anterior en la casa de su Tita Sofi, por lo cual se mantenían entretenidos y no se daban cuenta de lo que le sucedía a su hermosa mascota.
Mientras tanto, continuaba el trabajo de supervivencia entre el chihuahueño y el bulldog y cuando menos lo esperaban, “muelas” se atrevió a cruzar el jardín por debajo de la malla floja como solía hacerlo ocasionalmente. Lentamente comenzó a acercarse a ellos, con la finalidad de atacarlos y salir vencedor como creía quedar cada vez que los molestaba.
El sentido del olfato de “resortes” le avisaba que se acercaba hacia ellos alguien no muy agradable, entonces decidió ponerse en postura de flamenco con ojos de águila para estar alerta cuando llegara la sorpresa llamada “muelas”.
El perro problemático no contó ni hasta tres, cuando de un solo impulso se lanzó sobre los perros dando como resultado un carrete de alambres acompañado de ladridos desagradables. De ésta manera fue como los pequeños niños se percataron de la situación, y mientras se dirigían corriendo hacia donde estaban los animales, el más pequeño de ellos se tropezó, así que el mayor no lo pensó dos veces y se regresó a levantarlo y juntos continuaron corriendo. Poco antes de llegar vieron a los tres animales totalmente desenredados del cuerpo pero con las cabezas intercambiadas, así que con carcajeos tiernos se acercaron a ellos para zafarles las cabezas y acomodarlas en sus respectivas corporaciones.
De inmediato y con cara de ¡yo no fui!, “trozos” se deslizó como gusano moribundo hacia su casa.
“Muelas” , regresó de inmediato a su casa de madera, se echó sobre el suelo terregoso y por primera vez, reconoció que sus actitudes le afectaban a sí mismo y a los que lo rodeaban, y al ver que “trozos” regresó más tarde a lamer los golpes de “r-e-s-o-r-t-e-s”, por fin decidió cambiar, pues llegó a la conclusión de que por varios años desconoció la amistad por causa de su mal comportamiento, entonces esperó a que su amo lo bañara y totalmente decidido, regresó con un moño amarillo atado a su pescuezo y seguro de sí mismo, cruzó el camino que lo llevaría hacia sus vecinos, pero ahora con una actitud totalmente positiva que proyectaba paz.
Los cachorros lo observaban tranquilamente a una larga distancia y sorprendidos simplemente esperaron su llegada. “Muelas” se acercó hacia ellos nuevamente, y con solo mencionar una palabra sincera logró obtener la amistad que jamás había imaginado.
Chuchín y Justen tuvieron la suerte de presenciar tan conmovido acontecimiento desde el balcón donde disfrutaban de un delicioso helado de queso con zarzamora.