PRINCESA
Tú no, princesa. Tú no...
(Joan Manuel Serrat)
“A ver, echa para acá ese pelo para darte cepillo. ¿Usaste el champú de fresa? ¿Y el suavizador? Tienes que lucir bonita, hija. Más bonita que una princesa. Y recuerda todo lo que te he dicho. Entre más viejo mejor. Así se cansan más rápido y tu sufrimiento será menor. Si puedes, trata de que se enamoren de tí. Tienes que ser hábil, adivinar lo que más les gusta. Entonces podrás sacarles lo que tú quieras. Complácelos en todos sus morbos; pero eso sí, oblígalos siempre a que se pongan preservativo. Acuérdate de lo del SIDA”.
“Ay hija, la vida es así. Yo sé bien que no es fácil tanto sacrificio, pero comprende, alguien tiene que sacarnos de este solar. Tú eres bonita. Tú puedes hacerlo. Que no te pase como a mí, que alimenté la miseria con mi belleza. Tú no, tú no puedes podrirte en esta humedad. Tú no vas a dejar la juventud entre el fogón y la batea. La pobreza es mala, hija. Lo espanta todo. El dinero en cambio, lo resuelve todo. Con dinero se consiguen amigos, y se consiguen muchas cosas buenas.”
“Cuando sientas sobre tí el peso de uno de esos viejos babosos, piensa en que tu hermano no tiene zapatos que ponerse. Y piensa en mí, en esta pobre vieja que no cuenta ni con un televisor para ver las novelas. Y acuérdate del baño colectivo que tan a menudo se desborda en mierda, y de los cubos de agua que he tenido que cargar para lavarte tu única bata decente. Eso te dará fuerzas, y la repugnancia pasará de largo.”
“Ya, así estás bien. ¿O te hago mejor un moño? No, un moño no. Las princesas llevan siempre el pelo suelto. Vete, vete ya, que se te hace tarde y otras pueden apropiarse de tu buena suerte. Porque yo sé que vas a tener suerte. Vete bordeando el Malecón, busca la zona de los hoteles. Y si te dan ron, toma sólo un poquito. Te pueden echar droga en la bebida.”
“¡Ay, si ya te veo montada en un avión rumbo a España! ¡O rumbo a Italia! ¡Quién sabe! El país no importa. Lo que cuenta es salir de aquí...
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