El sol cae de los cielos, cual piedra de un acantilado, en busca de su descanso. En este instante, la oscuridad se apodera de la tierra hasta que el guardián de los cielos regrese a su trono e ilumine el mundo.

Un pequeño junto a su amada ser se encuentran bajo algún árbol en el medio de algún bosque cuando el sol cae sin previo aviso. Este pequeño abraza y protege con su vida a su amada de la oscuridad. Enciende una fogata, preparándose para la gran lucha, pues no dejara que le arrebaten su amor. El cielo contraataca con una lluvia infernal, la cual destruye la pequeña fogata y la oscuridad va a por ellos sin piedad. Él carga a su amada sobre su espalda y huye aterrorizado, porque esa era una pelea que no podrá ganar. La oscura figura los persigue sin descanso sobre su gran caballo volador totalmente negro con unos ojos tan rojos como la sangre misma.

El pequeño, sin saber a dónde huir, corre con su amada al borde de todo, en donde la tierra termina y el sol descansa en busca de la ayuda de este. El sol, al ser despertado de su profundo sueño, desata su gran furia y los bota de su cueva.

La oscuridad aparece, baja de su imponente caballo, y camina hacia la pareja, los cuales tirados estaban a las afueras de la gran cueva. El oscuro ser da unos cuantos pasos y se acerca a la hermosa mujer. El pequeño se lanza hacia este enorme ser, sabiendo que perdería la pelea, pero no le importó con tal de salvar a su amada.

La dama, al ver que su amado perdería la batalla, regresa a la gran cueva e implora al sol que acepte un trato. Este la escuchó.

Ella salvó a su amado, pero a un precio tan alto como el amor. La triste dama vigilaría la noche desde los cielos cual sol y así protegería a su amado de quienes le hiciesen sentir dolor.

El pequeño joven no supo a dónde había ido su dama y, por un descuido, la oscuridad lo derribó. Sin embargo, antes de dar el golpe final con su afilada arma, la amada se elevó a lo más alto de los cielos con una luz que reflejaba la pureza de su alma. La oscuridad no tuvo opción y huyó a esconderse en cada rincón que encontró.

El joven buscó al sol e imploro que le devolviese a su amada, pero este se negó y le explicó el trato. Él no podría volver a tocarla ni ella a el y solo podría apreciarla en las ya no tan oscuras noches. El joven lloró y lloró, pero el sol lo ignoró.

El pequeño le llora a su amada cada noche, esperando que algún día ella le responda y le diga que lo extraña y ama tanto como él a ella. Sin embargo, ella nunca podrá bajar, porque la oscuridad espera en las sombras para atacar.

El joven, por tanto llorar, en un lobo se convirtió. Lloró y lloró en la cima de la montaña más alta que encontró para poder estar más cerca de su dama hasta que murió. El sol se apiadó del pequeño ser y lo envió a lo más alto del cielo junto a su amada para cuidarla por si la oscuridad la asecha.
Los llamó luna y estrellas.

El joven y su amada velan por las noches para cuidar a todos sus hijos que les lloran al terminar el día. Pequeños lobos solos jamás han de estar, la luna y las estrellas siempre los cuidaran.