¿Invisibilidad o imbecilidad?
Luego de años dedicados al estudio de la luz y los efectos sobre los objetos, logré hacerme invisible. El azar me jugo una buena pasada ya que cuando pensaba que no iba a poder avanzar, pude hacer invisible una pelota.
Es un puro efecto óptico que se logra descomponiendo los fotones que se aproximan a los objetos, estos los atraviesan sin reflejarse en ellos. Así de sencillo. Es como estar y no estar. Cuando lo experimenté en mi mismo, lo primero que se me ocurrió es salir desnudo por la calle. Es una sensación extraña, no puedo verme aunque soy dueño de mi cuerpo, puedo alzar objetos, abrir puertas y me rompo las narices si quiero atravesar una pared.
Frente al espejo no se refleja nada, al ingerir bebidas o comidas desaparecen ni bien ingresan al organismo. De igual modo al expulsar los fluidos corporales.
Para pasar desapercibido tengo que limitar al máximo los sonidos: al caminar, al respirar, todo parece que se amplifica.
Un placer morboso me llevó a experimentar nuevas sensaciones. Acudí a los vestuarios, desfilé por las oficinas públicas, viaje de polizón en primera clase de aviones, fisgonee en los dormitorios mas impensables. Me transformé en un voyeur. Un torbellino de adrenalina invade mi ser en cada momento de mi vida. El temor a ser descubierto y las consecuencias que pudieran acaecer.
A la algarabía inicial por el descubrimiento me sobrevino la decepción al imaginar un mundo con seres desprovistos de luz que los reflejen, sin poder mirar a los ojos, sin poder observar las emociones en los gestos, el cerrar de ojos de los besos apasionados, acariciando la nada, hablar con el aire. Casi como ser el último habitante del planeta.
OTREBLA
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