Llamó al timbre de la puerta. Era mi cumpleaños, dispuesto a felicitarme.
Cincuenta y dos años discretamente contenidos en el interior de una cápsula deshidratada y meditabunda.
Me tiró de las orejas y yo le abofeteé las arrugas, el pasado y las decisiones.
-No cumplirás cincuenta y seis-me condenó en represalia.
-Tú tampoco.
Y le cerré la puerta para soplar las velas de mi tarta con achaques.
Texto agregado el 22-03-2015, y leído por 185
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Lectores Opinan
22-03-2015
por lo menos hay tarta... aunque sea con achaques... seroma
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