Toma esto como una declaración literaria:

MI PATOLOGÍA

Desde hace un tiempo todo me ha salido mal. Los ojos me pesan, no tengo gana de nada, duermo mal, me despierto peor y sólo puedo escribir sobre ti.
Esto padecimientos tienen sólo una causa: TÚ.
Cada que pienso en ti siento un vacío tremendo; padezco tu ausencia y tengo miedo. Miedo a soltarte, pavor a bajarme de este tren donde los únicos pasajeros somos tú y yo.
No puedo dejar de atesorar tu recuerdo. Todas las noches veo tu foto, releo tus cartas, me conformo con acariciar el collar de flores de Cempasúchil que me regalaste, vuelvo a repasar nuestros mensajes o simplemente recargo mi nuca en la almohada para rememorarte.
Sonará raro, pero tengo un mapa plagado de puntos de colores con leyendas como aquí compré un libro de historia, aquí me asaltaron, aquí la he conocido.
Últimamente sólo hay puntitos azules con tu nombre.
Odio enterarme del tiempo cuando estamos juntos; detesto ver el reloj e interrumpir ese momento de placer incalculable. Ojalá y Júpiter (que no existe) alargara la tarde como lo hizo cuando estuvo con Alcmena, sólo que en esa ocasión alargó la noche. Creeré en él en el momento que extienda nuestras tardes y desaparezca al medidor del tiempo.
Mis pupilas dilatadas son el vil rostro de lo que siento por ti. Las noches de desvelo son la clara muestra de tu presencia en mí. Nuestros besos eran, son y serán un lenguaje que solamente entendemos tú y yo. No tiene traducción ni vaga interpretación. Mis padecimientos sólo tienen un nombre: TÚ.
No quiero parecer acaramelado, únicamente quiero dar muestra literaria de lo nuestro.
Si tú me lo permites, quisiera seguir enfermo hasta que el remedio sea infalible.

Pero, ¿segura que tú quieres efermarte conmigo? No lo creo.

CONTINÚA...