Respiro este ejercicio de ser un nocturnario.
En mis andurriales, se sucede lo profano,
asilo brevas ajenas y aniversario perdidos.
Me abandono en pulcras anti-confesiones,
como un olvido atrapado entre paréntesis.
Auto mutilo unos accidentes acreditados,
me veo despabilado caminante nocturno,
ejercitando un tiempo de plumas desnudas.
Escarbo el alimentar de tintas el café del alba,
a veces, una cosa de costumbres, sale fácil,
otras, con alevosía, se consumen en cigarrillos
los centinelas de la nada, esa quimera blanca
de querer y no poder o no terminar de saber.
Extraña experiencia vivir en la nocturnidad.
Acosan detalles encadenados en fondo azul,
complementos de desnudas observaciones.
Se evaporan esmeros y el miedo a uno mismo,
el mundo es una vidriosa veleta de creaciones
que hacen caer en la falacia de poder ganarlo.
No me reconozco individuo de riquezas infinitas,
solo habito insomnios poblados de carencias,
y en ellos, anticipo la fantasía de pensar que creo. |