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Lucas entró en la luminosa habitación, al tiempo que yo me levantaba del enorme sillón verde de papá porque pretendía ir a la biblioteca para leer un rato una de las muchas novelas policíacas que tenía a medias. Algo me ocurre con las novelas policíacas que, en las primeras páginas siento cómo el libro me atrapa y experimento una curiosa e intensa identificación con el protagonista del libro. Me adelanto a los finales y me llevo un gran chasco al comprobar que mi argumento no tiene nada que ver con el del último capítulo. Por eso nunca termino las novelas policíacas y, cuando lo intento (como una obligación impuesta por mí misma) me distraigo y no consigo mantener la atención más que en un par de páginas.

Lucas me miró muy serio y entendí que me mandaba sentar. Avergonzada sin saber por qué, obedecí sin rechistar. Baje la vista intimidada por su penetrante y violenta mirada que se clavaba en mí sin dejar que un átomo de mi cuerpo se relajase.
Suspiró intensamente y comenzó a hablar pausadamente. Su tono de voz era suave a pesar de que dejaba entrever una gran indignación contenida.
- A veces te observo, memorizo tus gestos, busco tus miradas e intento, después, encajar todas las piezas del complicado puzzle de tu ser y entenderte un poco más. Pruebo a rozarte la cara cariñosamente o a contarte alguna de mis tonterías para que rías pero tú, me miras como ausente y asientes con la cabeza, siempre de la misma forma, con una tímida sonrisa para contentarme y que te deje en paz.
¿Qué te está ocurriendo Violeta?, no eres la misma que antes. ¿Es que ya no me quieres?- subió perceptiblemente el tono de voz en sus últimas palabras y dejó que la desesperación brotase por sus labios. Yo estaba confundida. Sabía que últimamente me había mantenido distante y que mi relación con Lucas se había enfriado un poco pero, no pensaba que a él le afectara tanto.
Yo iba a decir algo tímidamente, unas escasas palabras de disculpa pero Lucas se adelantó.
-¿No te das cuenta de que yo hago todo lo posible por contentarte? ¿Qué es lo que hago mal? –se dejo caer en el sillón, completamente derrotado y las lágrimas brotaron por su rostro
- Háblame, por favor, no me dejes así. Ya no sé qué hacer. Estoy cansado y sería un alivio que por lo menos me contases qué ocurre, aunque fuese malo. Pero, al menos sabría qué camino escoger.
Le miré sorprendida y triste. No esperaba que mi querido Lucas estuviese sufriendo tanto por mi culpa. Me sentía como un monstruo que se había dedicado a castigar duramente a su prisionero. Quizás tenía razón, quizás yo no estaba donde debía estar pero, es que me apetecía tanto realizar introspecciones, imaginar cuentos de amor y odio, investigar mis pensamientos y estar sola, sola conmigo misma. Me encontraba tan a gusto así.
Pensé que me estaba volviendo loca, que Lucas tenía razón, no era normal evadirse de cualquier situación para poder estar completamente a solas a todas horas. No sentía la más absoluta necesidad de hablar con alguien , es más, mi necesidad como animal social se iba apagando cada vez más. Era como si me hubiese enamorado de mí misma y no tuviese el deseo de estar con nadie más...

Texto agregado el 03-09-2004, y leído por 109 visitantes. (0 votos)


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