—Conozco la solución para todos tus problemas.

Gottfrid rió sabiendo que esa afirmación era de todo menos ciertos.

»¡Oh, vamos cabron! No me dirás que no te interes ni un poco, ¿o si? —continuo insistiendo Pitt.

En otros tiempos Gottfrid habría accedido a cualquier locura que el gnomo de cabellos oscuros le hubiera propuesto. Pero el grandulon había perdido la esperanza hacia ya mucho tiempo.

Personas que alguna vez el creyó que fueran sus amigos lo habían engañado. Engañado para que fuera a parar allí, en el callejon sin salida que era el crimen. Se había convertido en un asqueroso ladrón.

Su madre debería de estar llorando en su tumba mientras gritaba aquellas que siempre había temido escuchar: «¡Te crié mejor, hijo mío. Te crié mejor!».

Se estremecio y de pronto el absurdo plan de Pitt de invocar a un antiguo espiritu indú comenzó a parecerle atractivo. De todos modos, ¿que más podría el perder? Ya no tenía nada por lo cual vivir.
* * *
Cuando Pitt le había dicho que a la luz de velas iba a enfrentarse a su mayor miedo Gottfrid había dado por hecho que eso seria sus familia decepcionado, mirándolo con reproche y maldiciendole.
Grave error.
El espíritu le conocía demasiado bien. Solo una cosa podía hacer temblar a Gottfrid con tan solo una mirada.
Gabrielle.
La pequeña, gracil y de mirada azul arrebatadora Gabrielle.
Con curvas en los lugares adecuadas y piel tan suave que sabia a paraíso.
Su mayor debilidad, su mayor miedo. El deseo que sentía por ella le aterraba más que nada. Y ahora ella estaba aquí frente a el, en llamas. Literalmente.
Llamas translucidas bailaban una sensual danza alrededor de su figura holografica.
El corazon de Gottfrid corrió fuerte a galope y su cuerpo le respondió al instante, el miedo heló su sangre.
—¡No, maldición, no! ¡Alejate de mi! —gritó retrocediendo a tropicones para alejarse de la aparición. Los mechones rubio pálido contoneandose sobre el rostro Gabrielle mientras una invitante sonrisa curvaba sus finos labios. Una invitacion que prometía más placer del que Gottfrid podía manejar sin entregarle sus alma.
Eso solo hizo que el gruñera como un rabioso animal enfadado mientras seguía retrociendo quebrando una de las principales reglas del ritual.
Nunca salgas del circulo o tu miedo se hará real; carne, hueso y sangre bombeando que el poder para desrruirte tendrán.
Gabrielle, la ardiente Gabrielle, logró alcanzarlo mientras el se acurrucaba en una lejana pared. Demasiado malditamente lejos del circulo de velas.
La ardiente aparicion se torno real. La chica estiro su mano para tocar el brazo de Gottfrid. La pasion se torno real. En forma de llamas que quemaron su piel con ardiente placer transformado en dolor.
Todo el enrojecio. Sus venas se abultaron con su sangre ardiendo ante tal avasallador calor.
Y Gottfrid falleció, consumido por la pasion que tantos años lo había aterrorizado con saña.
Una victoria más para el viejo espiritu indú "devorador de almas".
Y tal vez no la ultima.

+Alexa Dark+