ERA UN INCOMPRENDIDO


Vivía en lo que él llamaba su apartamento y como nunca había conocido ninguna otra cosa, no era consciente de lo estrecho e incomodo que en realidad era y eso que tenia la suerte de vivir en el ultimo piso, con lo que tenia una visión mas interesante que la de los vecinos de mas abajo y mucho mejor que la de los bajos.

En general se sentía bien, tenia una personalidad muy estable que nunca se planteaba ninguna duda sobre sus convicciones, siempre conservaba los mismos principios y llegaba en todas las ocasiones a las mismas conclusiones si los planteamientos eran iguales, no dudaba nunca de nada, era invariable en sus ideas y se consideraba muy cabal, muy integro y exacto y muy seguro en todo lo que decía.

Y claro esta que con esa personalidad, no era exactamente considerado como perfecto por los demás, sus vecinos no pensaban ni mucho menos que era perfecto y lo mínimo que le llamaban era pedante, engreído, orgulloso, fatuo y presuntuoso. “¿Cómo podía pensar que siempre tenia razón?” le decían “¿Cómo no entendía que las soluciones a los problemas varían, que un día las cosas se ven blancas y al siguiente se las considera negras? ¿Como no admitía que todo era relativo, cambiable y que dependía del estado de animo de cada uno, de las circunstancias y de otras miles de razones?

Esto ultimo era lo que mas le enervaba “¿Pero estáis locos?” les contestaba, “¿Como van las cosas a depender de la opinión de cada uno?, las soluciones a iguales problemas serán siempre las mismas y se debe obtener el mismo resultado, si el planteamiento es igual, ¿Y que es eso de que dependen del estado de animo?, estáis totalmente equivocados” acababa por decir.

“Que no, que no“ le contestaban, “Que eres un rígido, que no ves mas lejos de tus convicciones, que en la vida todo es cambiable y variable y nunca se sabe como pueden acabar las cosas”






Era una discusión sin fin que siempre acababa de la misma forma, ni él convencía a ninguno, ni sus vecinos le convencían a él y tanto los unos como el otro seguían convencidos de lo erróneo que eran los planteamientos contrarios.

Estaba tan harto de ser el único que pensaba así, que se planteaba constantemente el trasladarse a vivir a otro sitio en que hubiera alguien como él, pero no lo conseguía y le parecía que estaba condenado a estar siempre entre vecinos que no le comprendían, pues que no le era nada fácil cambiarse de apartamento por toda una serie de circunstancias que le superaban.

Solo era feliz cuando algún estudiante de los muchos que diariamente entraban en la biblioteca le bajaba de su estante y le consultaban algo para poder resolver sus problemas, ¡ Que momento ¡ nadie le discutía, lo que él decía era aceptado sin ningún reparo, no se ponía en duda nunca sus opiniones, todos le comprendían y le admiraban, aunque lo malo es que al cabo de un tiempo siempre le devolvían al mismo lugar en la estantería donde había tenido la mala suerte de que alguien le colocara al lado de los libros de filosofía y política, a él que era un libro de matemáticas.


Fernando Mateo
Marzo 2105.