A la mirada de una sentencia
Sonrío tímidamente indubitable
Mientras bajo mi semblante
Vestido de negro y sin más palabras hirientes
De las que no deben salir
Suelto mis carnes a las fieras disidencias
Me trago los orgullos en duros estragos
Pero estarán las miradas amarradas
Sobre mustias letras acabalgadas
Que acusando irán cada día a la bandada
Y poco a poco se diluyen los suspiros
En estaciones opacas de un ayer obligado
Está la vida
Agrietándose sin descanso
Los sudores enrostrados en una mano atormentada
Acurrucaré mis hombros esperando una palmada
Aunque ajena y sin interés
Tal vez llegue en otra vida
Que hago si digo en esta tarde
Que mi cuerpo ya no sirve para nada
Si se me instala esta alma ajena en mí ser
Sin pasos ni huellas de saber
Que hago si son mis huesos los que se quiebran
A cada paso falso y pérfido
Si se irrita contorneada cejijunta
Y unas voces aplauden los oídos
Acaparando sombras y soledades
Que hago con este cementerio de sueños
Si se me ve a lo lejos penando penas
Cabalgando hacia destinos imprevistos
Que hago si divaga la paciencia de una tertulia
A la mitad de la función escabrosa
Con esta deuda de afectos
y la libertad que causa una lucha
que hago con este insomnio en la noche
Con este golpe insaciable
Que cae sobre mi semblante acusado
Sobre ese vaivén de día y mil noches guturados
Ese estar y no estar
Entre las ánimas acumulantes
Que hago si quiero decir palabras rudas
Y ennegrecer todos los sueños
Entre las guadañas a las espaldas golpeantes
o los martillos que arremeten mi semblante



De: INCERTIDUMBRES Y UNA ANTELACIÓN




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