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Cerré el libro, me faltaban solo 10 páginas para terminar, aunque me hubiera gustado seguir leyendo no creo que lo haya podido disfrutar de la misma manera ni poder concentrarme en la historia y los dilemas de los personajes como antes. Es que ¿Quién se puede concentrar en una buena lectura cuando tienes un arma apuntándote en la cara?

Un joven de unos 23 años me estaba apuntando con un arma y poniendo su más avergonzarte cara de chulo.

Tenía una expresión de furia y unos ojos que parecen a punto de explotar. Estuvimos mirándonos por un minuto, el minuto más largo de toda mi vida. Ninguno quería hablar así que decidí romper el hielo diciendo:

-¿Quién eres y que carajos quieres?- le pregunté bastante incomodo porque usualmente no me gusta que tipos armados entren a mi casa a joder.

-Quiero mi dinero- dijo el joven mostrando los dientes tratando de ser duro. Si no fuera por el arma seria un patético muchachito al que te hubiera pateado el trasero. Además los frenillos en los dientes y la cara llena de granos no ayudan en nada.

¡Dinero!, ¡Dinero! A este pendejo no lo he visto en toda mi vida. Tal vez sea el hijo de algún huevon al que despedí.

-¿Se puede saber para que quieres mi dinero?- le pregunté mostrando mi sonrisa más desinteresada. Cada vez que le veía la cara a este mocoso el arma me daba menos miedo.

-Para poder operar a mi padre- dijo el mocoso a punto de llorar. Pobrecito.

¡Vaya había adivinado!

Salí de la cama, pero el chico movió su pistola e incluso la inclinó como si un héroe de película de acción se tratase.

Solo faltaba que dijera “Hasta la vista Baby”. Se acercó y me dijo que no me moviera si quería seguir vivo. Quería decirle que tengo que ir al cajón de mi cuarto para poder sacar el dinero, pero tengo que admitir que tenía un poco de miedo a que se le ancharan los huevos y me disparada.

Así que lo dije con mucha cautela.

-Mira, tengo que ir hasta ese cajón- dije señalando el cajón que estaba mi lado- porque ahí esta el dinero que tanto estas pidiendo- “presionando”, diría yo- te doy el dinero y todos felices- le dije sonriendo.

-Piensas que soy idiota- gritó el mocoso, parecía el chillido de una perra en celo, pero hay que hacer quedar bien al chico- de seguro tienes un arma ahí.

-¿Un arma? Maldito imbécil- le grité ya no me importaba morir- tu crees que yo soy un jodido mafioso.

El chico se quedó callado, mientras yo me dirigía al cajón para darle el dinero y que se largue de una vez. No soy un maldito héroe de acción, ni quiero enfrentármelo, aunque ya no me da miedo por morir tampoco quiero que me entierren con la cara parecida a un tomate aplastado. Abrí el cajón y saque una caja pequeña de color blanco con flores, la compró mi esposa. Debajo de mi cama también había un cajón largo, lo abrí y dentro había como 10 juegos de llaves diferentes entre sí. Cogí uno y lo puse mi bolsillo y cerré el cajón grande.

Abrí el cajón con florecitas, saqué un pequeño fajo de billetes y se lo tiré, ese mocoso no se merece que se lo entregue en la mano. A este no le importó cogió el fajo, lo miró, pasó los billetes por sus flacuchos dedos. Solo faltaba que lo oliera como si con olor pudieras detectar un billete falso. Lo puso en su bolsillo, me dio las gracias, se largó y así yo pude disfrutar de mi novela. FIN. Ojala hubiera sido así. A menos hubiera podido leer mi libro.

-¿Eso es todo?- gritó el joven, en serio parecía que los barros de su cara estuvieran a punto de explotar, lo cual sería bastante asqueroso y peor me ensuciaría todo mi piso.

-Pues si- dije yo levantando los hombros- ¿Esperabas más?

-Aquí hay como 5,000 soles- dijo sacudiendo el fajo para después volvérselo a meter ene el bolsillo.

-¿Y?- dijo yo bastante irritado.

-Yo quiero 250,000 dólares- dijo el mocoso acordándose que tiene un arma y volviéndome apuntar.

-¡Uy!, perdona compadre pero si hubieras venido una semana antes te habría dado unos 100,000 soles pero ahora eso es todo lo que tengo- dije con una sonrisa desinteresado.


-¿Tu crees que con esto voy a poder pagar la operación de mi padre?- dijo enojado con lagrimas en los ojos.

Estaba tratando de contener la risa, sin mucho éxito. Yo no suelo reírme de las desgracias ajenas, bueno un poquito. Pero este tipo era jodidamente hilarante, no por sus problemas sino por como luce este cabron. Es rubio teñido, es flaco nivel muerto de hambre, tiene un tatuaje con forma de corazón en el brazo derecho (brazo que sostiene la pistola, debe de haber un simbolismo pero no lo encuentro), lleva puesto unos pantalones jeans rasgados y una playera amarilla (mucho más amarilla que su cabello).

En serio este tipo parece la putita de Peluchin.

-¿De que carajos te ries?- volvió a gritar el mocoso.

-Perdona es que me acabo de acordar de una anécdota graciosa- dije usando el viejo truco, creo que se dio cuenta.

-¡Eres hombre muerto! Te voy a matar y luego voy a quemar esta maldita casa- volvió a aullar el lloron ese.

-Yo no dispararía si fuera tú- dije con un pequeño tono amenazante.

-¿Qué quieres decir?- dijo el chico.

-Lo que quiero decir es que si me matas esta casa explotará. Veras tengo una bomba implantada en mi corazón y si mi corazón se detiene explotará- le dije aguantándome la risa otra vez.

-¿Por qué demonios te metiste una bomba en el corazón?- preguntó el algo desconcertado.

-Los millonarios hacemos cosas excéntricas. Además ya sabía que algún imbécil quería hacerse el bacancito conmigo con un pistola así que decidí asegurar un poco mi vida.

-O sea que tenías dinero para mi padre y decides gastártelo en esta estupidez- dijo el mocoso furioso.

El mocoso me apuntó con el arma dispuesto a dispara y a terminar con esta historia de una buena vez pero yo no quería morir aun así que le dije que no disparada si no quería volar en pedazos. Lo dije mientras me desabotonaba la pijama y mostraba la cicatriz de la operación en el pecho.

Ya estaba hasta los huevos de esto. Este rollo de su padre y su mocoso que nunca he visto en toda mi vida. Juro que si vuelve a hablar de su padre le voy a quitar la pistola y lo voy a matar a punta de pistolazos en la cabeza.

-Ya basta con esa mierda de tu padre- le grité, de verdad estaba harto- Nunca los he visto a ninguno de los dos por la puta madre.

Yo pensaba que me iba a matar y volar esta casa con él. Pero se me quedó mirando con la pistola sostenida de manera débil. Esta podría ser mi oportunidad de quitarle el arma. Asi que me fui acercando poco a poco al mocoso, pero este me vio, cogió el arma con más fuerza y me apunto, nuestra distancia no será de unos 10 centímetros. Oportunidad perdida. Me alejé un poquito.

-De verdad no sabes nada ni de mi, ni me de mi padre- susurró el joven

-No- alcancé a decir.

-Pues te contaré todo- dijo el joven algo resignado.
Antes de comenzara a abrir su boca y hablar lo interrumpí.

-Espera, si va a contar tu historia de fondo, mejor dejame ir por unos bocadillos.

Al decir esto me acerqué al joven, le pedí permiso, cosa que me concedió (que caballero), ambos caminamos hasta la cocina, abrí el refrigerador y saqué un plato de jamon y queso. Saque un paquete de pan, lo corté en dos mitades y metí cinco rebanadas de jamon y cuatro rebanadas de queso. Lo puse en la sandwichera, mientras se calentaba, me serví un vaso ce coca cola, si iba a morir al menos debería disfrutar un último trago, ademas que me han prohibido el alcohol y no hay ni una sola maldita botella de cerveza en esta aburrida casa.

Mi sándwich esta listo, mi gaseosa helada, estaba listo para escuchar la historia, sin embargo vi la cara de hambre del joven, como que por un lado se me rompió el corazón y sentí pena por el, pero por el otro lado quería mandarlo al carajo. Escuché el lado compasivo y le serví un vaso pequeño coca cola, se lo di pero este lo rechazó alegando que le había echado veneno. Yo, sin pensarlo, bebí de su vaso de un solo trago, superrefrescante.

-Perdiste tu oportunidad- le dije sonriente.

Llevé mi sándwich, toda la botella de gaseosa y un par de bolsas de papas que puse encima del emparedado. Ambos salimos de la cocina y nos metimos a la sala. Me senté en el sillón individual grande de color rojo, le ofrecí una silla, sin embargo se sentó en el sillón que estaba frente a mi, vaya este tipo esta empezando a hacerme enojar.
Mientras hablaba yo comia mis papitas tratando de hacer el menor ruido posible, como si fuera un maldito espectáculo. Bueno su hablamos de la historia de un tipo que sobrevivió a un incendio con varias quemaduras como un espectáculo, se podría decir que si. Vaya las papas con sabor a pollo a la brasa son el mejor invento del mundo.

Creo que los estoy confundiendo, mejor vayamos desde el principio mi nombre es Felix Martinez, soy dueño de una fabrica de papel, bueno era dueño. Resulta que mi negocio iba en viento en popa haciéndome ganar mucho dinero en el primer año, pero después decidí invertir en la bolsa, gravísimo error, gracias a unas malas decisiones terminé perdiendo gran parte de mi dinero hace solo una semana y, si la cosa no fuera suficiente, tampoco tuve dinero para pagarle a mis empleados así que tome la dura decisión de despedirlos y cerrar la fabrica. En lugar de buscar otro trabajo como la gente civilizada estos revoltosos hijos de puta decidieron hacer una huelga y como si una película de Freddy Krueger se tratase también decidieron tirar algunas botellas de aguardiente con una mecha improvisada. El fuego comenzó a expandirse por el local, lo que estos mamones no sabían era que estaban tirando fuego frente al tubo de gas de la fabrica.

La explosión fue algo de otro mundo, a pesar de que fue mi negocio el que estaba hecho en llamas, tengo que admitir que fue increíble, si no fuera porque varios resultaron heridos, entre ellos el padre del tipo que amablemente quiere matarme. Lo cual me hizo pensar

¿Qué pasaría si los familiares de los demás tambien vinieran a pedirme algo de dinero? Carajo, si salgo vivo de esta voy a contratar a un guardaespaldas.

Aunque esto parece que es culpa de los ex empleados con el cerebro de una nuez, pero después de hacer una especie de examen de conciencia a punta de un revolver me di cuenta que todo era mi culpa porque inmediatamente después de despedirlos les quite sus seguros de vida, jubilación, pensión y algún pago posible para poder abrir un nuevo negocio o hacer una nueva inversión, lo que se me ocurra primero.

¿Tengo que decir que después de la explosión y la metida de mano que le hice al padre fueron las principales razones por las que ese mocoso decidió levantarse de la cama, coger un arma y amenazarme? Pues tienen razón.

Cuando hubo terminado de contar su historia, yo terminé de comer, nos quedamos mirando por unos minutos hasta que el imbécil este decidió volver a sacar la pistola y pedirme más dinero. Estaba harto. Una parte quería decirle ese pequeño fondo que había creado a base del dinero que tomé prestado de mis leales empleados, aunque solo tenía 50,000 soles, quizá así me dejaba en paz, pero en otro lado no quería darle ningún centavo pero eso también acabaría con mi vida. Para serles sincero no odio a este tipo, no tanto como antes, después de escuchar su historia de fondo y todo eso sentí un poco de pena por este tipo y por lo que hace pero no llegué a sentir la lástima por su padre que se supone que debería sentir.

Además que el banco abre dentro de media hora, así que decidí hacer lo más sensato que mi perturbada mente alimentada con azúcar se le pudo haber ocurrido. Me puse de pie, pero me volví a sentar cuando el pendejo este disparó contra mi hombro. Listo, disparó, no me mató, me gustaría decir que mis temores habían desparecido, pero no fue así, sin embargo tenía que levantarme, ya no quería a este mendigo armado con sus historias tristes dentro de mi casa un minuto más. Me volví a levantar con la mano cogiendo mi hombro herido, parece ser que este tipo no sabe disparar porque la bala rozó mi hombro.

-¡Atrás!- dijo el chico muy asustado, no se esperaba eso.

Me acerque lo más rápido que mis piernas de 57 años podían el tipo volvió a apuntarme con algunas lagrimas en la cara y jaló el gatillo… pero la bala no salió.
O la pistola era de mala calidad o el muy estúpido solo había traído una sola bala, si lo segundo era cierto entonces tenía una pequeña oportunidad, forcé a mis piernas a correr un poco más rápido hasta llegar a él que no se ha movido. En definitiva no se esperaba eso.

Estando cara a cara, el tipo me habría tirado un golpe que me pudo haber matado rápidamente pero no lo hizo, al parecer tener la pistola era lo único que le daba fuerza. Al parecer en esta historia las oportunidades no dejan de llover y voy a aprovecharlas.

De un solo golpe y con una ayudita lo dejé inconsciente.

No fue un golpe cualquiera, fue un golpe hecho con el corazón. ¡Nah! En realidad lo golpee con todas mis fuerzas y cuando se ha caído le di con un cenicero de vidrio que tenía en la mesita de café. El tipo estaba tumbado, espero que no esté muerto, no estoy de humor para tener un expediente por homicidio y mucho menos para enterrar un cadáver.

Como tenía el hombro algo herido tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para sacarlo de mi casa. Ya estando fuera con la cabeza hecha un asco mezclada con sangre y tierra conseguí sacarlo fuera, traté de levantarlo cuando lo conseguí tuve que volverlo a tirar para parar el taxi.

El taxi se detuvo, le pedí al taxista que me ayudara, pero le hombre me miró como si fuera un maldito mafioso, es el segundo en el día, deben de ser mis dientes o el pelo.

-¡Oiga, señor! Aquí yo soy la víctima- le dije molesto.

El taxista no dijo nada y me ayudó a poner el cuerpo inerte del tipo este dentro del taxi, yo me subí junto con el.

-Un momento.

Saque los cinco mil del bolsillo de su pantalón y le entregue doscientos soles como diciéndole que no ha visto nada. Le dije que nos llevara al hospital más cercano y comenzó a conducir. A medio camino el tipo comenzó a abrir los ojos pero los volvió a cerrar con el fuerte puñetazo que le propiné. Le volví a dar otros doscientos soles para que no dijera nada.

Cuando llegamos al hospital volvió a ayudarme a sacar el cuerpo inerte, pero no muerto. No me ayudó a llevar el cuerpo en el hospital, le pague lo que le debía y se fue. Arrastre el cuerpo hasta la puerta del hospital donde un guardia me ayudó (que Dios los bendiga) ambos sentamos el cuerpo en unas silla y cuando entramos tuve que pagarle el tratamiento mientras lo llevaban las enfermeras hasta el doctor para que lo atiendan. Pucha, este tipo me va a costar un ojo de la cara.

Quería hacerle una denuncia pero la verdad tampoco quería que me investiguen a mi tambien así que, digamos que por miedo, me quedé callado, pero no quería que esto terminara así.

Contraté a un detective privado para que investigue sobre este tipo, le di toda la información que me conto. Si este tipo realmente necesitaba el dinero para su padre yo le daría los cinco mil soles, sin contar los gastos del taxi y el hospital haciendo que queden unos 3500 aproximadamente. Pero si era uno de esos mentirosos huevones que solo lo hizo por dinero lo voy a mandar a la mierda.

La información me llegó en tres días. Resulta que su padre del joven estaba mucho mejor que le mío, que tiene 95 años y está muerto. Trabaja en una fabrica recicladora y no necesitaban dinero mío para nada, también que junto con un amigo habían averiguado sobre mí y mi caso así que pusieron manos a la obra en este patético intento de extorción.

-Que se vaya a la mierda- susurré

Despues de todo este rollo me había olvidado de lo más importante, fui a mi cama, el libro seguía en la mesita de al lado. Busque la pagina en donde me había quedado y comencé a leer.

Tres páginas después alguien tocó la puerta. Espero que no sea algun vendedor porque no estoy de humor. Cuando abrí la puerta me quedé con cara de estúpido.

-Ha muerto- dijo un tipo pelirrojo apuntándome con un arma en la cara.

-¡Puta madre! Acaso me voy a pasar la vida recibiendo a cabrones armados con cabellos de todos los colores-

-Ha muerto- dijo el tipo otra vez con lágrimas en los ojos.


¡Por el amor de Dios! Ahora tampoco paran de repetir la misma mierda una y otra vez. Esto es una plaga. ¡Una maldita plaga! Además qué carajo quería decir que “está muerto”. No creo que le huevon rubio se haya muerto. ¿O, si?.

- Espera un momento amigo- dije mientras miraba el cañon de la pistola, estaba muy cerca de mi cara- yo no he matado a nadir ya cabron, de seguro te has equivocado de casa así que te pido que te vayas a la mier…

El pendejo pelirrojo disparó, justo en la cara. El cuerpo de felix cayó como si la gravedad lo estuviera jalando con todas sus fuerzas. Su cerebro, o lo que quedaba de el, dejó de enviar información, sus órganos comenzaron a dejar de trabajar y su corazón se detuvo.

La explosión fue mortífera y muy fuerte, el cuerpo del chico pelirrojo voló por los aires, convirtiéndose en una masa quemada irreconocible. Toda la casa voló en pedazos dejando solo un escombro de cenizas, ruinas y desgracia.

Lo peor de todo fue que Felix nunca terminó de leer su libro.

Texto agregado el 13-03-2015, y leído por 113 visitantes. (1 voto)


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