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En 1980, el Perú vivía tiempos difíciles, un grupo denominado Sendero Luminoso, cuyo nombre oficial era: Partido Comunista del Perú, enarbolando el lema: contra la pobreza, atraso y opresión gamonal, se levantó en armas en el departamento de Ayacucho, capital de la provincia de Huamanga, situada en la vertiente oriental de la Cordillera de los Andes, a una altitud de 2,746 msnm. Conocida como La Ciudad de las Iglesias. Así mismo, el grupo sembró el pánico con bombas en Lima, Capital del Perú. En Ayacucho los insurgentes iban de casa en casa, de pueblo en pueblo reclutando personas, sea por voluntad propia o por la fuerza.
Hasta la humilde vivienda de Callañaupa, se presentaron varios barbudos con sendas metralletas. Uno de ellos de un puntapié abrió la puerta, y en segundos tomaron la vivienda. Callañaupa entró en pánico, pensó en una muerte segura, porque había dejado de trabajar con los narcos y éstos no veían con buenos ojos dejar en libertad a los trabajadores, por miedo a que podrían irse de la lengua. Miraba a los barbudos y temblaba de miedo, recordó que no hacía mucho tiempo, un buen hombre le había regalado una hermosa llave medalla de plata de San Benito, que en la parte superior estaba grabada una cruz; Así mismo, recordó sus palabras “te cuidará para que nunca te pase nada malo” Callañaupa llevó sus manos al pecho y apretó la llave medalla. En ese punto un barbudo habló:
__Ven con nosotros y podrás recuperar todo lo que te han robado tus patrones.
__ No tengo patrones.
__Déjate de huevadas, cholo de mierda, únete a nosotros, a las buenas o a las malas.
__Así quisiera, no puedo. Tengo que ir a la capital porque se casa mi hermana Carhuamina.
El mismo barbudo respondió:
__¿Vamos, carajo! Ponte de pie o quieres morir.
En ese instante, otro barbudo, llamado Cirilo, llevó la metralleta que sostenía con fuerza, hasta la cabeza del acobardado Callañaupa y al notar que permanecía quieto quiso atiborrarlo a golpes. No pudo, una fuerza extraña se lo impidió. En vista que nada podía hacer en esos instantes críticos, lo cogió del hombro y casi arrastrándolo lo llevó hasta un carro que era halado por un burro, luego emprendieron la marcha al campamento. Antes de llegar al escondite de los insurgentes, Callañaupa que todo el trayecto había permanecido con los ojos cerrados, los abrió y pudo contabilizar un grupo de paisanos que marchaban en fila india, custodiados por esos hombres que él no conocía. Atrás había quedado su vetusta morada, atrás sus recuerdos, atrás sus sembríos… atrás. Al perder todo lo que consiguió con mucho sacrificio y muchas horas de trabajo, recién comprendió que esos recuerdos, eran la razón de su existencia.
En el acantonamiento, aprendió a utilizar el fusil y muchas armas más. Recibía charlas de los salvadores de su pueblo, él escuchaba con mucha atención, sin comprender nada. El tiempo se iba consumiendo entre pláticas y escaramuzas de los acuartelados, Pero él, nunca dejó de pensar en su adorada morada, en los bellos paisajes que la rodeaban, en la aflicción por no asistir al matrimonio de su hermana y en la venganza, sin importarle el tiempo, porque como buen cholo, sabía que siempre llegaba.
Corrían días turbulentos en el Perú, bombas en la capital y sangre en los pueblos que él amaba. Intervino en varias escaramuzas y se sentía protegido por la llave medalla que le regaló ese buen hombre. La apretaba en su pecho y siempre podía regresar al campamento sano y salvo. Una tarde lluviosa, decidió escapar del campamento. Dejó el machete, la pistola y parte de su uniforme. Esperó el momento propicio y apretando la llave medalla que llevaba en su pecho, sin volver la cara atrás, dejó a esos hombres que él creía que eran sus secuestradores. Se ocultaba de día y caminaba de noche para no ser visto.
El camarada Artemio no veía a Callañaupa en el campamento y preguntó casi gritando:
__¿Alguno de ustedes ha visto a Callañaupa?
Nadie contestó, un silencio poco común invadió el pequeño acuartelamiento. El camarada Artemio insistió y mirando a Cirilo dijo:
__¡Me cago en tu madre! ¿Dónde se ha metido ese hijo de puta?__ Él, nervioso, habló:
__Desde ayer por la noche, nadie lo ha visto, pensamos que estaba en una misión.
__Ese rosquete, solo sirve para limpiar los escusados, organiza una patrulla y vayan por él, vivo o muerto lo quiero aquí.
__Tranquilo camarada Artemio, sabe bien que eso es factible.
El camarada Cirilo, llamó a tres compañeros y formaron un pequeño grupo y se alejaron del campamento en busca y captura de Callañaupa. Cirilo por el camino iba preguntando a los campesinos por el fugitivo. Algunos no respondían, otros le indicaban la ruta por donde podría encontrarse. Después de dos días de incansable marcha, pudieron localizarlo. Callañaupa, decidió enfrentarlos. Se escondió entre los arbustos intricados esperando que la noche se tornara oscura, para ir por ellos. Vio con sus ojos de lince que tres dormían y para suerte de él, el camarada Cirilo se encontraba haciendo el turno, fumaba un cigarrillo sin dejar de vigilar. Escuchó un pequeño ruido y astutamente comenzó a escudriñar por los alrededores. De pronto, sintió un fuerte golpe en la cabeza que le hizo perder el conocimiento. Cuando despertó se vio atado en un árbol. En ese instante apareció Callañaupa y sin pronunciar palabra, comenzó a patearlo con rabia.
__Esto, por meterme a ese carro apestoso, esto por alejarme de mi casa, esto por no dejar que fuese al matrimonio de mi hermana en Lima.
__Basta ya insensato, no te das cuenta que somos hermanos.
__¡Tápate la boca Hijo de puta! Casi me matas en el campamento y dices que eres mi hermano. Con tu propia escopeta te enviaré al infierno.
Callañaupa se asió de la escopeta de Cirilo y le apuntó al pecho.
__No lo hagas camarada Callañaupa, no lo hagas. Bueno, no te mataré, pero no me persigas, dile al jefe que he muerto.
__Así lo haré amigo. Te lo prometo. Siempre he querido tu bien, y tú lo sabes.
__Soy cholo, pero no cojudo, tu nunca has sentido nada por mí, los peores trabajos me lo asignabas, hasta me quitabas el pan. Pero como no soy asesino, te dejaré en libertad.
Cirilo dio tiempo a que sus compañeros dieran con él, pero no cumplió su convenio. Todo lo contrario, decidió consumar la misión encomendada. Callañaupa que huía de aquel lugar con zozobra. Se subió a un pequeño árbol y pudo divisar al grupo. Comprendió que Cirilo iba por él para quitarle la vida. Se camufló entre los arbustos y esperó que se separasen y cuando lo vio solo, andando despacio por la paliza que le había dado, pensó que era presa fácil. Resolvió ocultarse para atacarle de sorpresa. Con el fusil, que le quitó a Cirilo, le propinó un fuerte golpe en la cabeza. Cayó al suelo sangrando, se levantó como pudo y corrió a tropezones apretando con sus manos la herida de su cabeza. Callañaupa lo volvió a emboscar y para que no se dieran cuenta sus perseguidores, por la detonación al disparar el fusil, con sus propias manos le quitó la vida. Enseguida emprendió la retirada. Los tres camaradas vieron el cuerpo inerte de Cirilo y uno de ellos exclamó:
__¡Qué has hecho Callañaupa…, qué has hecho hijo de la jijunagranputa!
Furiosos, emprendieron la búsqueda de Callañaupa, éste sabía que le pisaban los talones y cada vez aceleraba sus pasos con más fuerza. Su esperanza consistía en encontrar el río que él conocía, iba en su búsqueda con desesperación, hasta que lo encontró. Bebió en abundancia, de inmediato atisbó un árbol cuyas ramas formaban una copa y como se sentía agotado fue hacia él. De inmediato atisbó alrededor y como no vio a los tres asechadores, recostó su espalda, cerró los ojos y en pocos segundos se quedó dormido. Cuando despertó, observó que estaba rodeado por los tres camaradas de Cirilo.
Uno de ellos habló:
__Has matado a mi hermano Cirilo.
__Ya no joderá a nadie más.
__Sí tú piensas que es así, estamos contigo. Ahora puedes irte.
Dijo el mismo hombre.
__¿Irme?
__Sí.
__No lo puedo creer, ustedes son más buenos que Cirilo.
__Vete ya, no pierdas tiempo, pueda ser que nos retractemos y te liquidemos, muy a nuestro pesar.
Callañaupa pensó en el río como su salvación, puso sus manos en la llave medalla que arropaba en su pecho y corrió con desesperación. El río no se encontraba lejos, de pronto sintió un disparo y se agachó, acto seguido siguió con su alocada huida. Uno de sus cazadores habló:
__¡Mátalo de una vez!
__Tranquilo, deja que sufra un poco.
Callañaupa percibía que sus piernas le flaqueaban aun así, seguía corriendo y no paró hasta estar frente al río. Puso la llave medalla en el dorso, en ese punto el francotirador disparó un tiro preciso. La llave medalla salió volando y Callañaupa la miraba como iba cayendo para luego ser tragada por esas aguas cristalinas. El tiempo se ralentizó, sentía un leve dolor y sangre correr, pensando que no era de importancia, dejó que su cuerpo así como la llave medalla, cayese también al torrente. Se dejó llevar por la corriente sabiendo que estaba con vida. Sus perseguidores regresaron al campamento con la creencia que el desertor había muerto.
En el paraje de un río, donde se recogen arenas auríferas, se encontraba un niño escuálido, bateando para extraer oro, en el punto que movía su batea, en lugar de las preciadas pepitas de oro, encontró la llave medalla de San Benito, su rostro que era pálido cambió en rojizo. La apretó con las palmas de sus manos y unas lágrimas candentes humedecieron sus mejillas.
FIN
CORISONCCO

Texto agregado el 08-03-2015, y leído por 72 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
08-03-2015 Una grata alegría volver a leer sus escritos. Felicitaciones, le salió redondo. elcritico
08-03-2015 Muy interesante y muy bien narrada, son difíciles estas narraciones y la has abordado muy bien Felicitaciones. parmenides
 
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