Pequeños momentos de la vida: Unos segundos de Conversaciones ajenas.
I
“Claro, tiene lo suyo – comenzó diciendo – a veces se porta bien, a veces se dobla exactamente donde le digo, y a veces se enreda en las mas filosas rejas.”
Yo me quedé callada pensando un segundo sobre como enredarse en rejas, y el perfeccionamiento que este hombre constituyo su hábitat eternus.
Incomoda por el silencio siguió hablando:
“No importa si tiene razón o no, uno cuando grita la esta cediendo” - y se río nerviosamente, mientras con la uña rascaba intentando liberar algunos pelos de gato adheridos en el vidrio de la mesa.
Yo continué pensando en la oscuridad del silencio, mi prisión, y cuantos se habrán enroscados sobre las rejas, invadiéndola, hasta ser cortados de raíz, marchitados, y dejados a morir.
Ella dio un estornudo obviamente falso, espero que la mirara y continuó:
“Además, depende de uno que tanto se alarga, se retuerce y se penetra por aquellas rejas... Uno lo hace de inconsciente ¿viste? nunca se sabe que tan grandes son...” - y me miro penetrante los ojos.
Yo me incorpore, y regalándole una sonrisa repliqué:
“Es claro que uno mismo construye las rejas, esperando alguna Enredadera que haga nacer vida de aquella jaula.”
“Pero”, me interrumpió animada:
“Todos tenemos Miedo”.
“AAH! Volvemos al miedo, como siempre, ya estoy aburrida, quiero otras cosas – le dije agresiva, golpeando un mosquito en el aire y dejándolo bobo.
Ella se echo para atrás en su silla, con la palma de las manos sosteniendo su nuca,y se puso a meditar. |