Entre uno y otro, el ser quien, por ser yo. El hombre se busca, en un dios su semejanza, en un idealismo, su par, en las cuestiones del corazón, su gemelo. El hombre busca, el hombre encuentra. Hay verdades que son piadosas como las mentiras y hay mentiras que ocultan verdades. Esta búsqueda del tesoro espiritual es bandera de muchos, entusiasmo de inmediatez, tan fugaz como un orgasmo, un segundo de claridad entre química y electricidad, llave en las puertas de la concepción. El neófito, por culpa de uno o por culpa de nadie, por no tener el manual de la plenitud, golpea la puerta una y otra vez sin pretender concepción, solo química y electricidad, bálsamo en manos de las endorfinas, al final no es culpa de nadie y es culpa de todos que este mundo esté tan lleno de imbéciles gracias al polvo nuestro de cada día. |