Pienso que nada me quitara este sentimiento detestable y lúgubre que vive dentro de mí, quisiera dejar de pensar, dejar por un lado todo lo que pasa a mi alrededor y descansar, al rato pensar nuevamente, darme ánimos y descubrir el secreto la formula, para ser feliz de nuevo, sin tener que depender de algo...
La soledad impacienta, destruye, y a la larga reafirma que la vida puede ser tan corta como para permitir distracciones, procedentes de sujetos tan banales y tan terrenales como los seres humanos.
Pensar en cómo la raza humana llego a transformar el precioso regalo bien intencionado que se vivía en el edén da cuenta de lo que somos y lo que hemos ganado al creer que somos la especie dominante. Vivir ya es un privilegio otorgado por miles de coincidencias naturales, perfectamente interconectadas y sistemáticamente sincronizadas para dar como resultado millones y exagerados números de seres vivos en el planeta azul.
Cuesta trabajo creer que el amor podría en un momento determinado mover al mundo, cambiarlo, transformarlo… al pasar de los años experimentamos todo tipo de sentimientos enfermizos difíciles de controlar y no son muy parecidos al amor.
Por ahora solo observo odio, muerte, y un sinfín de exasperadas emociones alteradas y antagónicas, con la única misión de contradecir el principio fundamental por el que la raza humana fue concebida.
Lo que he aprendido hasta ahora y me ha quedado muy claro es que la idealidad no existe, la perfección es como un sueño erótico privado entre dos muros, siempre se halla presente un error sistemático, una falla en el protocolo… ya dejé de murmurar, de echar culpas por el mundo tan atroz y carnívoro que nos toco, aunque quizá en eso debió pensar dios antes de hacernos con amor.
¡Date cuenta diminuta partícula de amor! el amor no es suficiente para amar pero al menos sirve para existir ¡Existe... y luego sé feliz en tu mundo inmundo! |