–No tienes nada de lo que evoca tu nombre celestial– reclamó
–¿Acaso tengo cara de demonio?– pregunté inocente cuando me miró y luego añadí: No es posible eso mi caballero, si yo provengo de un lugar más claro que tus ojos.
Texto agregado el 02-03-2015, y leído por 292
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