Te fuiste como de una fotografía.
Eras cual una protagonista, nítida,
delineada con todas las palabras
hasta en el detalle de tus lunares.
Duraste cuanto creí que me querías.
Lentamente comenzaste a esfumarte.
Al principio, imperceptibles detalles,
rasgos nimios, tal vez alguna arruga,
ese mechón que iba encaneciendo,
el reflejo de tus ojos amortiguándose,
la tenue patina cubriendo la escena,
ganando el primer plano a tu figura.
Nada que reclamara mucha atención,
pinceladas dilapidándose en los días.
Tal vez, no preste atención suficiente,
no percibí ver tú marchar sin ostentarlo,
hasta que en un momento extraño,
todo fue borroso fondo en el muro.
Lo poco de ti en un desapareciendo.
Sino fueras una subliminal presencia,
diría que nunca habitaste por aquí.
Por lo demás, todo sigue casi igual,
de vez en cuando el teléfono suena,
los días domingos me dejan el diario,
atronó con música todos los silencios.
Sigo rompiendo bolsillos con monedas
y todavía no me decido por un tatuaje.
Ya vez, un hasta luego hubiera bastado. |